Julieta Rosell García, investigadora del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, recibió la Beca para Jóvenes Científicos, que otorga el programa El Hombre y la Biosfera (MAB, por sus siglas en inglés) de la Unesco, por la investigación Contribución de la corteza a la supervivencia de las plantas: comparación de comunidades vegetales en un ambiente seco y húmedo.
La universitaria busca entender la función de la corteza, la diversa y compleja capa de tejido que rodea la madera de árboles y arbustos, sobre todo en el contexto del cambio climático. Para ello, estudiará especies de dos reservas ecológicas del país que forman parte del programa MAB: Chamela-Cuixmala, en Jalisco, y Los Tuxtlas, Veracruz.
La primera alberga un bosque estacional seco con épocas marcadas de lluvias y secas, mientras que Los Tuxtlas incluye uno lluvioso. La UNAM resguarda extensiones significativas de bosque primario en ambas reservas.
Funciones de la corteza
La corteza está presente en nuestra vida diaria. A partir de este tejido se obtienen alimento, medicamentos, fibras y textiles, como la canela y el papel amate, ejemplificó.
“A pesar de ser una zona conspicua e importante de las plantas, entendemos poco de sus funciones, sobre todo en comparación con lo que sabemos acerca de las hojas o la madera. Por su posición como el tejido más externo del tallo, sirve de protección en incendios, pero también como defensa de ataques de herbívoros y de organismos patógenos; además, protege a los tallos de la desecación”, explicó Rosell García.
Al estar en la periferia del tallo, también provee sostén mecánico, sobre todo a las ramas, y por estar expuesta al sol, puede realizar fotosíntesis y producir azúcares, tal y como lo hacen las hojas. Al desempeñar estas funciones vitales, debe encerrar información esencial para entender la supervivencia de las plantas.
Proyecto universitario
Varias de las funciones de la corteza son cruciales para comprender y predecir la respuesta de la vegetación ante las nuevas condiciones que traerá el cambio climático.
Con esta línea de investigación, un grupo de especialistas, encabezado por la universitaria, pretende saber qué pasará con la vegetación ante los incendios más intensos y frecuentes que podrían ocurrir como consecuencia de la modificación en el clima, sobre todo porque “muchos de los bosques de México no han evolucionado en el contexto de fuegos recurrentes como ha sucedido en las sabanas africanas o australianas, pero se verán afectados con más frecuencia por estos fenómenos”.
Un aspecto significativo a considerar en este proyecto es la capacidad de la corteza para almacenar agua y azúcares, sobre todo si se toma en cuenta que muchas zonas del país y del mundo se volverán más secas. “Entender las diferentes reservas que puede utilizar una planta en condiciones estresantes es importante para determinar cómo está preparada la vegetación para sobrevivir a estas situaciones”.
También se experimentarán ciclones más frecuentes y fuertes, por lo que es importante saber cómo resistirá esa parte exterior de las plantas que estarán expuestas a estos fenómenos, como aquellas que crecen en las zonas costeras.
Asimismo, abundó, al cuantificar la biomasa en los bosques podemos determinar cuánto dióxido de carbono -CO2, gas de efecto invernadero con mayor presencia en la atmósfera- hay capturado en esos sistemas. Buscaremos saber cuánta biomasa existe en la forma de la corteza en ambas reservas, pues es un tejido significativo que se ha ignorado.
El proyecto durará año y medio, “tiempo suficiente para tener representación de los periodos de lluvia y de secas en los sitios de interés y determinar cómo fluctúan las sustancias de reserva, así como el efecto de incendios forestales y de fuertes huracanes en estas reservas, entre otros aspectos”.
Por último, mencionó que el programa que otorga el premio busca establecer bases científicas para mejorar las relaciones entre la gente y su ambiente.
El reporte de esta investigación será de interés para el MAB, pero también para el estudio de las cortezas en todo el mundo. Se contribuirá a entender el futuro de la vegetación en el contexto del cambio en el clima y se harán propuestas de manejo de las reservas estudiadas.
Desde 1989, el MAB concede subvenciones para alentar la investigación sobre ecosistemas, recursos naturales y biodiversidad.