El financiamiento, procedente del Fondo Nórdico para el Desarrollo (FND) manejado por el BID, asciende a 3,5 millones de euros.
La asistencia financiará proyectos de irrigación en pequeña escala, de infraestructura de prevención de riesgos, y de energías renovables, todos propuestos por las propias comunidades, que beneficiarán a casi 7.000 personas en Honduras, considerado el tercer país más afectado por eventos extremos asociados al cambio climático tales como altas temperaturas, alteración del patrón de lluvias, y elevación del nivel del mar.
Se espera que los proyectos de irrigación permitan aumentar la producción agrícola en las comunidades seleccionadas en un 7 por ciento, en tanto que la implementación de soluciones locales de energías renovables podría producir 250 kilowatts/hora por día de electricidad.
Sumado a ello, el programa entrenará a un centenar de líderes comunitarios y a 900 alumnos de séptimo, octavo y noveno grado en formas de reducir los efectos de la vulnerabilidad al cambio climático en sus poblaciones.
Las poblaciones indígenas y afrohondureñas representan el siete por ciento de la población del país. De los que habitan en áreas rurales, el 20 por ciento vive en la pobreza y el 80 por ciento en la extrema pobreza.
Los proyectos de irrigación buscarán atacar los problemas de falta de agua causados por la disminución en el nivel de precipitaciones anuales y de cantidad de agua acumulada durante los meses secos del verano, particularmente en poblaciones indígenas y afrohondureñas en las áreas intermontañosas del norte, centro y oeste del país.
El FND es un fondo multilateral de desarrollo establecido por Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia en 1989. Desde sus inicios ha financiado 190 proyectos de ayuda para el desarrollo por un total de 1.000 millones de euros.