La gran barrera coralina australiana, que está compuesta aproximadamente por 3.863 arrecifes, es un buen medidor de la salud global del planeta. Acorralada por las últimas olas de calor, producidas por el ascenso global de las temperaturas, se está muriendo.
En el año 2016, la Gran Barrera de Coral experimentó un proceso catastrófico irreversible, perdió el 30% de los corales que la componen. Los hallazgos, que han sido publicados en Nature, exponen la necesidad de reducir las emisiones de carbono lo antes posible. "Lo único que se puede hacer para evitar el colapso absoluto del sistema de arrecifes es detener las olas de calor reduciendo las emisiones", ha afirmado a EL MUNDO Andrew Baird, uno de los coautores del estudio. El mensaje está claro, a día de hoy no se puede hacer nada directamente para evitar la muerte anunciada de una gran parte de este sistema de arrecifes. "Tenemos que lidiar con el cambio climático directamente", ha instado Terry Hughes, autor principal de la investigación.
El hallazgo fue posible gracias a la superposición de los datos geográficos de la exposición al calor durante el año 2016 y la muerte del coral de ese mismo año a lo largo de los 2.300 kilómetros de longitud que tiene la Gran Barrera de Coral. Tras un análisis exhaustivo, los investigadores descubrieron que los corales no sólo habían muerto inmediatamente por el estrés térmico producido por la ola de calor, también estaban muriendo, tiempo después, por el agotamiento de sus zooxantelas (alga con la que los corales mantienen una relación simbiótica, responsables del éxito de estos como organismos constructores de arrecifes).
Propiciado por el estrés causado por las altas temperaturas repentinas, el coral expulsa a las zooxantelas de su interior y comienza un proceso de blanqueamiento, que una vez empezado, continúa aún desapareciendo el estrés. El coral muere al no tener los nutrientes necesarios, dejando paso a nuevas especies más resistentes. Esto último aporta algo de esperanza sobre la alarmante situación de la barrera de coral australiana. "No creo que todo el arrecife vaya a morir, continuará cambiando", ha subrayado el autor principal de la investigación. En un estudio anterior del propio Hugues, publicado en Science, se expuso el aceleramiento del proceso de blanqueamiento de la Gran Barrera de Coral. Estos eventos en vez de ocurrir cada 20 años o más, están teniendo lugar cada 6.
Consecuencias
"Debido a los últimos eventos de decoloración hemos perdido la mitad de los corales. El 50% sigue vivo, alrededor de mil millones, además los que son más resistentes están criando", ha recalcado Hughes. "Su capacidad de recuperación a largo plazo depende de si podemos alcanzar los objetivos del Acuerdo de París (limitar el calentamiento promedio global a 1.5-2ºC)", ha añadido.
La pérdida del 30% de corales en 2016 y del 50% en la región norte ya está afectando a las poblaciones de peces. "La mayoría de los corales que murieron eran especies ramificadas que proporcionan el hábitat perfecto para estos animales,por lo que su población está disminuyendo", han explicado los investigadores.