El baobab, el mítico árbol que Saint-Exupéry hizo famoso en "El Principito", es sagrado para muchos africanos. Bajo sus ramas no se debe maldecir y solo aquellos considerados sabios pueden recoger sus frutos y hojas. Llamado comúnmente "árbol mágico", "de la vida" e, incluso, "de la rata muerta", por la forma de sus frutos, resulta fascinante por su gigantesco tamaño y su extrema longevidad. Algunos ejemplares pueden llegar a superar los 30 metros de altura, contener hasta 500 metros cúbicos de madera y enormes centros huecos, y vivir 2.000 años. Sin embargo, algo fatal les está ocurriendo: desde 2005, los ejemplares más grandes y longevos mueren de forma misteriosa. Los científicos no conocen los motivos y están desconcertados, según reconocen esta semana en la revista Nature Plants.
El equipo de Adrian Patrut, de la Universidad Babes-Bolyai en Cluj-Napoca, Rumanía, analizó más de 60 de los baobabs más grandes y potencialmente más antiguos de la sabana de África. Su objetivo era comprender con profundidad cómo la biología y la estructura de estos árboles que parecen plantados al revés les permiten crecer tanto. Los autores utilizaron datación por radiocarbono para conocer la edad de muestras tomadas de diferentes partes del tronco de cada ejemplar.
Los investigadores comprobaron, por ejemplo, cómo los monumentales baobabs tienen varios tallos que adquieren con el tiempo de la misma forma que otras especies producen más ramas. Gracias a esta especial habilidad, estos árboles desarrollan troncos masivos de formas cada vez más complejas, mucho más de lo que se creía hasta ahora. Su estructura en forma de anillo está compuesta por múltiples tallos, a menudo de diferentes edades, que pueden fusionarse para formar un círculo cerrado o permanecer abiertos, formando esas exclusivas cavidades falsas tan atractivas.
Sin embargo, inesperadamente, los científicos descubrieron que ocho de los trece baobabs más antiguos y cinco de los seis más grandes habían muerto o que sus partes más antiguas habían colapsado desde 2005. Es el caso del más viejo de África, "Panke", un baobab sagrado de 2.450 años de una remota región de Zimbabue. En 2010, sus ramas empezaron a romperse. Después, sus tallos se separaron y se vinieron abajo en poco más de un año. Algo parecido le ocurrió al baobab "Platland" o "Sunland", en Sudáfrica, el más grande y probablemente el más visitado del continente. Con 501 metros cúbicos de madera, su largo tronco está compuesto de dos unidades. La más grande de ellas se rompió cuatro veces entre 2016 y 2017 y sus cinco tallos se desplomaron y murieron.
Cambios en el clima
Pero el baobab más famoso de toda la Historia es el "Chapman", en Bostwana, de 1.400 años de antigüedad y 22 metros de altura. Su nombre viene del cazador y explorador sudafricano James Chapman, conocido por su azarosa incursión por los cataratas Victoria, quien lo visitó en 1852. También murió repentinamente: el 7 de enero de 2016, los seis tallos que formaban el tronco del árbol cayeron de forma simultánea. Adiós a 1.100 años de vitalidad.
Los científicos subrayan que estas muertes no fueron causadas por epidemias. Sospechan más bien que, al menos en parte, han sido provocadas por cambios importantes en las condiciones del clima que afectan al sur de África en particular. Sin embargo, reconocen que hace falta más investigación para confirmar esta hipótesis. Por ahora, la causa de la muerte de estos árboles monumentales sigue siendo un misterio.