Europa ha registrado su agosto más cálido desde que se generalizaron las mediciones meteorológicas en la segunda mitad del siglo XIX. La temperatura media fue el mes pasado 0,35ºC por encima del promedio de los meses de agosto en el período 1981-2010, según informó la Organización Meteorológica Mundial. El mes de agosto coronó un prolongado período de calor en casi toda Europa, en el que no faltaron sequías, olas de calor e incendios forestales.

Agosto ha sido el tercer mes del año 2018 en que se han batido los récords de temperaturas mensuales en Europa (después de abril y mayo). A nivel mundial, ha sido el cuarto agosto más caluroso en la historia de los registros instrumentales.

Tanto los servicios meteorológicos mundiales como los expertos ratifican que las altas temperaturas que se vienen registrando en toda Europa a lo largo de este verano son una evidencia más del cambio climático. ¿Es este verano caluroso una consecuencia del calentamiento global del planeta?

“El cambio climático contribuye a intensificar el calor propio del verano”, sentencia Manola Brunet, presidenta de la Comisión de Climatología de la OMM -y profesora de Climatología de Universitat Rovira i Virgili, quien alude a los estudios de atribución rápida que han relacionado el calor extremo en el norte de Europa entre mayo y mitad de julio con el calentamiento causado por el hombre.

Cambio climático

“El cambio climático ha quintuplicado la posibilidad de que se produzcan olas de calor como las observadas este verano; dicho de otra manera, si el cambio climático no fuera una realidad, las olas de calor que se han producido en el hemisferio norte no hubieran tenido la misma intensidad”, añade Brunet.

La mayoría de países nórdicos y bálticos experimentaron su verano más caluroso, tras una primavera cálida y seca. En el faro de Makkaur, en el extremo septentrional de Noruega, a más de 70º de latitud Norte, el 18 de julio la mínima fue de 25,2ºC, lo que podría describirse como la paradoja de “una noche tórrida en pleno Ártico”, señala el profesor Javier Martín Vide, catedrático de Geografía de la UB.

“Las condiciones climáticas en 2018 se vieron aumentadas por un calentamiento a largo plazo como telón de fondo”, según han señalado los institutos meteorológicos de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, Estonia, Letonia y Lituania en un artículo citado por la OMM.

Récords de temperaturas

Los récords de temperaturas del verano han tenido una triple causa: “un persistente bloqueo del sistema de alta presiones, la sequía y una temperatura que aumenta gradualmente”, añaden.

“Nuestra sociedad debe prepararse para un cambio de clima, con anomalías más persistentes que pueden incluir olas de calor, inundaciones o fenómenos extremos. Ello exige una alerta temprana sobre estos sucesos, planificar la adaptación en la sociedad y reducir las emisiones” de gases invernadero, añaden estos institutos.

“Indudablemente, las altas temperaturas del verano se relacionan con el cambio climático”, contesta sin pensárselo Ana Casals, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología.

“España ha registrado el segundo agosto más caluroso desde 1965. Pero es como si no lo hubiéramos notado porque nos estamos acostumbrando a las altas temperaturas”, añade. No se han hecho, sin embargo, estudios sobre atribución en el caso de España.

Año 2018

El año 2018 comenzó con una débil tendencia al enfriamiento, debido a que regían las condiciones impuestas por La Niña (situación inversa a las de El Niño, fenómeno climático natural que consiste en un calentamiento en el Pacífico Ecuatorial con incidencia en gran parte del planeta). Pero este enfriamiento no fue suficiente para revertir el calentamiento a largo plazo.

“El aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero ha acabado superponiéndose al efecto de enfriamiento de La Niña, y está dando como resultado un año muy cálido”, dice Brunet.

Los expertos sospechan que el cambio climático pueden estar afectando también a las condiciones de circulación general atmosférica (de las que dependen acontecimientos específicos, como las olas de calor, olas de frío o lluvia intensa…).

Norte y Sur de Europa

El calor en el Norte de Europa y la inusual humedad al Sur puede deberse a este debilitamiento de la corriente del chorro ( cinturón que normalmente aísla el Ártico) que ha desplazado las bajas presiones y la inestabilidad hacia el sur.

El cambio climático no anula los factores que rigen la dinámica atmosférica, sino que se suma a éstos y los intensifica, de manera que incrementa las temperaturas altas o las precipitaciones intensas, añade Brunet.

“Un solo episodio como el de la ola de calor del julio y agosto pasados (y la sequía) es difícil atribuirlo al cambio climático. Pero la repetición cada vez más frecuente de este riesgo climático así como su mayor intensidad y duración están en línea con el calentamiento global”, señala Javier Martín Vide.

Este experto destaca que “el cambio climático ya es perceptible en la evolución de los registros térmicos, en particular, en las medias y en la mayor frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor”. No obstante, ve “difícil demostrar estadísticamente que una sola de ellas, como la recientemente ocurrida, sea una manifestación directa del calentamiento global”.

Fuente: LA VANGUARDIA / ANTONIO CERRILLO,

Artículo de referencia: https://www.lavanguardia.com/natural/20180911/451751820034/cambio-climatico-aumento-temperatura-europa-calor.html,



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