A la comunidad científica le ha salido un inesperado y gran aliado contra el cambio climático, denominado Prorocentrum cf. balticum. Aunque es muy pequeño y realiza la fotosíntesis, también es un hábil depredador que atrapa a sus víctimas con un artilugio bioquímico que él mismo fabrica: mucoesferas de exopolímeros. Con esta trampa mortal, inmoviliza a sus presas y las digiere antes de que se hundan. Los restos del festín son la clave de un mecanismo que fija carbono y que podría ser útil para frenar los efectos de la crisis ambiental global a la que nos enfrentamos.
El descubrimiento lo han publicado este lunes en la revista Nature Communications las investigadoras australianas de la Universidad Tecnológica de Sydney (UTS) Michaela Larsson y Martina Doblin. El estudio aporta la descripción de la especie, el dinoflagelado Prorocentrum cf. balticum, cuyo nombre no es nuevo para la ciencia pero no estaba bien determinado.
Esta es la primera vez, además, que se cita su comportamiento y el posible impacto de las mucoesferas en el ciclo del carbono, secuestrándolo incluso cuando los océanos se calientan y se vuelven más ácidos. «Hemos descubierto un proceso natural que estimamos que podría llevar a que una gran cantidad de carbono se hunda por debajo de la capa superior del océano», han afirmado a EL MUNDO Larsson y Doblin, coautoras de este trabajo.
Prorocentrum cf. balticum, un organismo muy abundante
Prorocentrum cf. balticum está presente en todos los océanos del mundo, donde es muy abundante. Es un protozoo esférico, de entre 13 y 16 micras de diámetro, y forma parte del plancton marino. A veces se ha relacionado esta especie con las mareas rojas, pero su identificación no se lo pone fácil ni a los expertos en dinoflagelados, que no siempre pueden distinguirla de otras muy parecidas. El análisis de su microbioma sugiere que es poco probable que provoque enfermedades o daños en el ecosistema.
Las letras «cf.» de su nombre (del latín confer o conferatur) se deben a las múltiples confusiones derivadas de su complicada determinación. Las especies no siempre se distinguen por su morfología. En ocasiones hay que recurrir al análisis de ADN, por lo que no es inusual que de un mismo nombre salgan luego varias especies. El protozoo que han aislado Larsson y Doblin en Australia es uno de esos casos. «Creemos que se trata de una nueva especie», han afirmado.
No solo Prorocentrum cf. balticum produce mucoesferas. En su trabajo, las autoras mencionan cuatro especies más que fabrican unas estructuras mucosas similares, como los dinoflagelados Alexandrium pseudogonyaulax o Dinophysis acuta, también muy abundantes en algunas regiones del océano. Estos dinoflagelados producen un moco que se pega a las presas y «que luego digieren a través de enzimas», han explicado las investigadoras. El moco, con los restos de la digestión y otros microbios, lo desechan. Este acaba por hundirse y en ocho horas forman otra mucoesfera.
Proceso de formación de moco
«El proceso de formación de moco ocurre todos los días y está sincronizado con el ciclo solar», han destacado. Se trata de un fenómeno constante y ampliamente distribuido, por lo que estaríamos hablando del hundimiento de una gran cantidad de carbono en todo el océano. Esta nueva especie cosmopolita podría estar hundiendo «entre 0,02 y 0,15 gigatoneladas de carbono al año», lo que ejercería un importante papel en el equilibrio de este elemento químico en la columna de agua. Y si es destacable para el océano, lo es para la atmósfera terrestre, teniendo en cuenta el ciclo del carbono.
Para cumplir con los objetivos climáticos, las academias estadounidenses de Ciencias, Ingeniería y Medicina estiman que deberíamos eliminar aproximadamente 10 gigatoneladas de CO2 de la atmósfera cada año hasta 2050, por lo que este diminuto protozoo es un buen candidato como aliado contra el cambio climático.
Por lo general, la contribución del fitoplancton marino a la bomba de carbono de los océanos es conocida. Sin embargo, aún no se ha cuantificado en qué medida lo hacen los microorganismos mixótrofos, los que como este realizan la fotosíntesis y además se alimentan de otros componentes del plancton.
Alimentarse de sus vecinos tiene una ventaja y es que no dependen de los nutrientes disueltos en el agua, lo que les permite ocupar un nicho diferente al del fitoplancton. La producción de este moco está limitada por el fósforo, «lo que sugiere que este organismo podría contribuir al hundimiento de carbono incluso en partes del océano que son pobres en nutrientes», han recalcado.
El carbono de los océanos
Larsson y Doblin sostienen que en los océanos es posible que se hunda más carbono del que se cree y que la presencia de esta especie marca ciertos lugares como ubicaciones potenciales de secuestro de carbono. Su siguiente paso es medir la resistencia de las mucoesferas a la degradación bacteriana, ver si «su carbono es similar a la lignina y difícil de descomponer», determinar su velocidad de hundimiento y evaluar la viabilidad de su cultivo a gran escala.
Fuente: MAR DE MIGUEL / EL MUNDO
Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2022/03/15/622f022a21efa0643b8b45aa.html