La desertificación es el resultado de una serie de fenómenos naturales. Se trata de un proceso de degradación ecológica en el que el suelo fértil y productivo pierde total o parcialmente el potencial de producción. Puede ser causa o efecto del proceso de aridización. Originalmente, esto pasa en las zonas que son fértiles, donde se practica la agricultura secuencial.
El problema de la desertificación es uno de los principales retos medioambientales de nuestro tiempo. Es un fenómeno cuya dimensión es poco conocida y no ha trascendido lo suficiente a la opinión pública para actuar en consecuencia. Como consecuencia a nivel global, provoca graves impactos para la biodiversidad, la ecoseguridad, la erradicación de la pobreza, la estabilidad socioeconómica y el desarrollo sostenible.
Se trata de una degradación continua de los ecosistemas de las zonas secas debido a las actividades humanas, como la sobreexplotación de la tierra -que provoca la desaparición de la cubierta vegetal que mantiene la capa fértil del suelo- la minería, el sobrepastoreo -impide la regeneración de las plantas por el consumo de los animales y provoca la destrucción de la capa superior del suelo- y la tala indiscriminada, además de los cambios climáticos.
¿Cuáles son sus causas y consecuencias?
Las principales causas de la desertificación, donde la actividad humana es la principal responsable, son:
Las principales consecuencias de la desertificación son:
¿Cómo se relacionan la sequía, la deforestación y la desertificación?
La sequía se define como un periodo prolongado de tiempo en los que una determinada región o territorio no recibe la cantidad suficiente de agua para suministrar las necesidades de la fauna y flora, incluyéndonos a nosotros, los seres humanos.
España se está enfrentando a una grave sequía debido a las elevadas temperaturas y la escasez de precipitaciones. El valor medio de las precipitaciones se ha reducido un 26% desde finales de octubre hasta principios de mayo. Los cultivos y las regiones áridas, antes cubiertas de agua, están sufriendo las terribles consecuencias de la sequía.
La deforestación se define como la pérdida de vegetación forestal por causas naturales o por un mal manejo del bosque, provocado por la acción de los seres humanos. Los bosques se degradan debido a la pérdida de las condiciones que les permiten regenerarse. Cuanto mayor sea la deforestación de los árboles pertenecientes a los bosques de la Tierra, el ciclo del agua será mucho más ineficiente, provocando de esta manera la erosión de los suelos.
La Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD), que entró en vigor el 26 de diciembre del año 1996, define la desertificación de la siguiente manera:
¿Cómo influye el cambio climático en la desertificación de los suelos?
El cambio climático también puede ser una causa de la desertificación mediante la reducción o las alteraciones en los patrones de las precipitaciones, lo cual provoca un mayor estrés hídrico y largos periodos de sequía en distintas zonas de África, Asia y Europa.
Esta escasez de lluvias tendría también efecto directo en los cultivos de secano provocando una reducción de producción de los mismos. Estos incrementos de temperatura y la reducción de las cantidades de lluvia provocarán la desaparición a largo plazo de gran parte de los bosques de América Latina.
El aumento de la población obliga a una explotación intensiva del terreno hasta que se produzca su agotamiento. La segunda etapa comienza cuando el suelo deja de ser fértil y se encuentra despojada de su cubierta vegetal, el agua y el viento lo erosionan más rápido hasta llegar a la roca. Además, a medida que aumenta la degradación de las tierras, también se degrada la calidad de vida de quienes la habitan.
Fuente: Redacción Ambientum