El planeta más pequeño y, por tanto, más parecido a la Tierra que se conoce fuera de nuestro Sistema Solar se encuentra a tan sólo 30 años luz de la Tierra, en la constelación de Leo.
Un equipo español de investigadores dirigido por Ignasi Ribas, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha detectado la presencia de este cuerpo mediante una combinación de simulaciones informáticas con la observación de las alteraciones que el nuevo exoplaneta provoca en otro mundo cercano, el cual ya era conocido desde 2004.
El planeta recién descubierto, que es de tipo rocoso y completa una órbita alrededor de su estrella en 5,2 días terrestres, ha pasado a formar parte de la selecta lista de las supertierras , es decir, mundos parecidos a la Tierra pero algo más grandes.
"Es el cuarto planeta supertierra que se conoce y el más pequeño", indica Ribas. Hasta ahora, no ha aparecido ningún exoplaneta del tamaño de nuestro globo, pero este investigador considera que se detectará alguno de aquí a muy pocos años.
Esta ha sido la primera vez que se descubre un planeta extrasolar por las variaciones orbitales que provoca en otro cuerpo planetario, lo que ha sido posible gracias a que el sistema en que se encuentran ambos, alrededor de la estrella "GJ 436", es muy compacto y la influencia gravitatoria de unos cuerpos sobre otros es muy grande.
El planeta descubierto en 2004 está aún más cerca de su estrella que el recién descubierto, de manera que sus años duran 2,5 días terrestres. Por ello, ha completado muchas vueltas alrededor de su sol desde que fue detectado, pero en 2007 se observó un cambio, ya que comenzó a transitar frente a "GJ 436".
Esta variación orbital ha de deberse, según han comprobado Ribas y su equipo, a la presencia de otro planeta más externo, que no puede observarse directamente con la tecnología actual pero cuya masa ha podido determinarse con exactitud: cinco tierras.
El descubrimiento se confirma, además, por el hecho de que el planeta interior tiene una órbita demasiado elíptica, lo que también es síntoma de que hay un cuerpo externo que lo perturba.
El método de medir las oscilaciones que provoca la atracción gravitatoria de un cuerpo en otro cercano se denomina velocidad radial, y se ha usado con anterioridad para descubrir más de 200 exoplanetas, pero hasta ahora siempre se habían medido las perturbaciones causadas en una estrella, y nunca en otro planeta vecino.
En este caso, el equipo español usó estas mediciones para confirmar lo que ya señalaban las operaciones realizadas con su computadora: la presencia de un nuevo planeta.
"Estudiamos los datos disponibles de las observaciones de velocidades radiales, lo que nos permitió encontrar la posible señal de un planeta que encajaría perfectamente con las simulaciones informáticas llevadas a cabo", señala Ribas.
Los investigadores españoles confían en que su método sirva en el futuro para dar con nuevos planetas aún más pequeños y parecidos al nuestro. Sin embargo, el planeta recién descubierto, cuya denominación es "GJ 436-c", no transita por delante de su estrella, lo que significa que no hay modo de saber su composición química o si tendría la posibilidad de albergar vida.
El estudio ha sido publicado en la revista especializada "Astrophysical Journal".