El olfato, la atracción social entre animales
Un cordero que ha perdido de vista al resto de integrantes de su familia puede llegar a localizarlos incluso en el marco de enormes manadas de ovejas. Asimismo, los salmones se mueven por enormes extensiones de mar y, una vez han madurado y deben desovar, terminan regresando al río natal donde nacieron -e incluso al lugar exacto de su nacimiento- con una precisión asombrosa.
Los científicos son conscientes de estos apegos de parentesco animal desde hace mucho tiempo, algunos de ellos conocidos como “impronta”, pero los mecanismos que rigen estos comportamientos son más misteriosos a nivel celular y molecular. Ahora, biólogos de la Universidad de California en San Diego (EE. UU.) han logrado desvelar algunos elementos clave que servirán para comprender la atracción social -y la aversión- en ciertos animales y en los seres humanos.
De esta manera, el profesor asociado Davide Dulcis, del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, así como Giordano Lippi, Darwin Berg y Nick Spitzer, que trabajan en la División de Ciencias Biológicas, y otros colegas han publicado los resultados de su estudio en la revista Neuron.
Los investigadores, que han llevado a cabo durante ocho años una serie de estudios neurobiológicos -se iniciaron en 2009-, han examinado renacuajos, ya que se sabe que nadan en grupos junto a miembros de la familia. Se centraron en estudiar las señales olfativas familiares (olores de parentesco), y gracias a ello identificaron los mecanismos que llevaron a los renacuajos de entre dos y cuatro días a optar por nadar junto a miembros de la familia antes que con miembros que no pertenecieran a aquella. Asimismo, sus pruebas revelaron que los renacuajos que se veían expuestos de manera temprana a olores formadores de un grupo ajeno a su familia también se sentían inclinados a nadar con ese grupo que generaba el olor, de forma que expandían su preferencia social más allá del parentesco real.
Cambio de neurotransmisores
Según los investigadores, todo se basa en un proceso que recibe el nombre de “cambio de neurotransmisores”, un área de investigación del cerebro iniciada por Nick Spitzer y que ha desarrollado Davide Dulcis en el contexto de los psicoestimulantes y el cerebro enfermo. El neurotransmisor dopamina -a menudo asociada a las sensaciones placenteras y de relajación- se encontró en niveles altos cuando se producía la unión normal de parentesco familiar, pero cambió al neurotransmisor GABA en el caso de parentesco de olor artificial o atracción “no parental”.
"En las condiciones invertidas hay un claro signo de cambio de neurotransmisores, por lo que ahora podemos ver que estos neurotransmisores están realmente controlando un comportamiento específico", explica Dulcis en la web de su universidad. "Podemos imaginar lo importante que es esto para la preferencia social y el comportamiento. Tenemos respuestas innatas en las relaciones, al enamorarnos y al decidir si nos gusta alguien. Utilizamos una variedad de señales y estos receptores del olor pueden formar parte de la ecuación de preferencia social", continúa.
Este grupo de investigadores llevó el estudio más allá para tratar de descifrar cómo se desarrolla este mecanismo a nivel genético, e identificaron el microRNA-375 y el microRNA-200b -una clase de pequeñas moléculas implicadas en la coordinación de la expresión génica- como los reguladores clave que median la conmutación de neurotransmisores para la atracción social y la aversión, afectando a la expresión de genes conocidos como Pax6 y Bcl11b, que controlan el comportamiento de natación del renacuajo.
"La interacción social, ya sea con las personas en el lugar en que trabajamos o con familiares y amigos, tiene muchos determinantes", comenta Spitzer. "Como seres humanos, somos complicados y tenemos múltiples mecanismos para lograr la vinculación social, pero parece probable que este mecanismo para cambiar la preferencia social en respuesta a los estímulos olfativos contribuye en cierta medida", concluye.