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El rover Perseverance de la NASA aterrizó en febrero en un cráter marciano llamado Jezero, situado justo al norte del ecuador de Marte. Esta depresión de 45 kilómetros de diámetro, ahora un paisaje desértico erosionado por el viento, fue elegida por su enorme potencial tras examinar más de 60 posibles ubicaciones. Gracias a las imágenes de los satélites, los investigadores sospechaban que en el pasado hubo allí un lago y el delta de un río. El sitio perfecto para buscar señales de vida microbiana antigua.

No se equivocaban. Los primeros análisis de las imágenes tomadas por el vehículo explorador desde el interior del cráter han confirmado que hace unos 3.700 millones de años Jezero fue un lago tranquilo, alimentado constantemente por un pequeño río.

El trabajo, publicado esta semana en la revista ‘Science’, también revela que el cráter soportó inundaciones repentinas, tan enérgicas como para arrastrar gigantescas rocas decenas de kilómetros río abajo hasta depositarlas en el lecho del lago, donde se encuentran hoy.

El Perseverance tomó las nuevas imágenes del interior del cráter durante sus tres primeros meses en Marte, tiempo que permaneció estacionario mientras los ingenieros realizaban controles remotos de sus instrumentos científicos. Los satélites habían mostrado previamente que este afloramiento rocoso, visto desde arriba, se parecía a los deltas de los ríos en la Tierra, donde las capas de sedimentos se depositan en forma de abanico cuando el río desemboca en un lago.

Perseverance

Las fotos del rover, tomadas con sus cámaras Mastcam-Z y SuperCam Remote Micro-Imager (RMI), incluyen el borde del afloramiento y una formación más pequeña conocida como Kodiak, que alguna vez estuvo conectada a la principal.

Una vez enviadas a la Tierra, los científicos pudieron observar los distintos lechos de sedimentos con una resolución sorprendentemente alta. Midieron el grosor, la pendiente y la extensión lateral de cada capa, y llegaron a la conclusión de que tuvieron que haber sido depositados por un flujo de agua, en lugar de por el viento u otros procesos geológicos.

«Si miras estas imágenes, básicamente estás mirando este paisaje desértico épico. Es el lugar más desolado que jamás podrías visitar», dice Benjamin Weiss, profesor de ciencias planetarias en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y miembro del extenso equipo internacional que firma el estudio. «No hay una gota de agua por ningún lado y, sin embargo, aquí tenemos evidencias de un pasado muy diferente. Algo muy profundo sucedió en la historia del planeta», asegura.

Fuertes inundaciones

Al observar más de cerca las imágenes del afloramiento principal, el equipo descubrió grandes rocas en las capas más jóvenes y superiores del delta. Algunas medían hasta un metro de ancho y podían pesar varias toneladas. Al parecer, estas rocas masivas formaban parte del lecho rocoso a unos 64 km río arriba, pero llegaron al lago arrastradas por una inundación repentina que corría a 9 metros por segundo y movía hasta 3.000 metros cúbicos de agua por segundo.

Las rocas en las capas superiores del delta representan el material depositado más recientemente. Se asientan sobre capas de sedimento más antiguo y mucho más fino. Esta estratificación, dicen los investigadores, indica que hasta el violento episodio final, el antiguo lago estuvo lleno por un río que fluía suavemente durante gran parte de su existencia.

Los sedimentos finos, y posiblemente material orgánico, se deslizaron río abajo y se asentaron en un delta gradual e inclinado. Una vez que el lago se secó por causas desconocidas, y durante miles de millones de años, el viento erosionó el paisaje, dejando el cráter que vemos hoy.

Rastros de vida

«Lo más sorprendente que ha surgido de estas imágenes es la oportunidad potencial de captar el momento en que este cráter pasó de un entorno habitable similar a la Tierra, a este paisaje desolado y páramo que vemos ahora», apunta Weiss. «Estos lechos de rocas pueden ser registros de esta transición, y no hemos visto esto en otros lugares de Marte».

Ahora que han confirmado que el cráter fue una vez el entorno de un lago, los científicos creen que sus sedimentos podrían contener rastros de vida antigua. El Perseverance recolectará algunos de esos sedimentos, unas muestras que serán devueltas en el futuro a la Tierra para buscar biofirmas marcianas. «Llevará algún tiempo, pero ahora tenemos la oportunidad de buscar fósiles», dice Tanja Bosak, profesora de geobiología en el MIT.

Instrumento SuperCam del rover Perseverance

Jesús Martínez-Frías, investigador del Instituto de Geociencias (IGEO-CSIC-UCM) y miembro del equipo científico del instrumento SuperCam del rover, ha participado en el estudio e interpretación de los afloramientos geológicos del cráter.

«Todos los datos indican que fue un lago que estuvo alimentado por uno o varios canales y que el agua transportó una serie de sedimentos que originaron el delta que vemos en la actualidad. Algunos sedimentos, especialmente, los de grano fino, como las arcillas, son muy interesantes desde el punto de vista de la posible preservación de biofirmas, en caso de que existieran», explica.

En su opinión, «lo más relevante es comprobar cómo desde la geología, la estratigrafía, la sedimentología y los análisis que vamos obteniendo, podemos interpretar los paleoambientes del interior del cráter y sus condiciones de habitabilidad».

El científico, que lleva colaborando oficialmente con la NASA desde 2002, cree Jezero pudo sostener la vida en el pasado. «En principio, todo indica que sí, y por esta razón, entre otras, fue seleccionada esta zona como potencialmente interesante desde el punto de vista astrobiológico. Pero tendremos que profundizar más en la caracterización de los materiales y procesos geológicos para confirmarlo de manera inequívoca».

Fuente: Judith de Jorge / ABC,

Artículo de referencia: https://www.abc.es/ciencia/abci-confirmado-perseverance-rueda-sobre-antiguo-lago-marte-202110072000_noticia.html,



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