Hace unos 15.000 años, un calentamiento global acabó con la última glaciación, provocando que los mamuts lanudos restringieran su territorio, que otrora llegaba hasta España, al norte de Siberia y Alaska.
Una pequeña población quedó aislada en la isla Wrangel, un remoto refugio del Ártico frente a la costa de Siberia, debido al aumento del nivel del mar. Esto podría parecer una sentencia de muerte para los mamuts pero, en realidad, supuso su salvación durante algunos milenios más. Hasta que hace 4.000 años murieron los que pueden haber sido los últimos en cualquier lugar de la Tierra.
Para conocer la difícil situación de estas criaturas gigantes y las fuerzas que contribuyeron a su extinción, un equipo internacional de científicos ha «resucitado» los genes mutados de un mamut de Wrangel. El objetivo del proyecto era estudiar si los genes funcionaban normalmente, pero los resultados han sido desalentadores.
La investigación se basa en evidencias que sugieren que en sus últimos días, estos animales sufrieron una mezcla de defectos genéticos que pudieron haber obstaculizado su desarrollo, reproducción e incluso su olfato.
Los problemas pudieron deberse a la rápida disminución de la población, lo que probablemente condujo a la mezcla entre parientes y la baja diversidad genética, tendencias que pueden dañar la capacidad de una especie para purgar o limitar mutaciones genéticas dañinas.
Mamuts
«La innovación clave de nuestro trabajo es que resucitamos los genes de mamut de la isla Wrangel para probar si sus mutaciones eran realmente dañinas (la mayoría de las mutaciones en realidad no hacen nada)», explica Vincent Lynch, biólogo evolutivo de la Universidad de Buffalo (EE.UU.) y autor principal del estudio.
«Más allá de sugerir que los últimos mamuts fueron una población poco saludable, es una advertencia para las especies vivas en peligro de extinción: si sus poblaciones permanecen pequeñas, también pueden acumular mutaciones perjudiciales que pueden contribuir a su extinción».
No olían las flores
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de Lynch comparó primero el ADN de un mamut de la isla Wrangel con el de tres elefantes asiáticos y dos mamuts antiguos más que vivían cuando las poblaciones de estos mamíferos eran mucho más grandes.
Los investigadores identificaron una serie de mutaciones genéticas exclusivas del mamut de la isla Wrangel. Luego, sintetizaron los genes alterados, insertaron ese ADN en las células de las placas de Petri y probaron si las proteínas expresadas por los genes interactuaban normalmente con otros genes o moléculas.
Según explican en la revista «Genome Biology and Evolution», los científicos hicieron esto para genes que se cree o se sabe que están involucrados en una variedad de funciones importantes, incluido el desarrollo neurológico, la fertilidad masculina, la señalización de insulina y el sentido del olfato.
En el caso del olfato, por ejemplo, «sabemos cómo funcionan los genes responsables de nuestra capacidad de detectar olores», dice Lynch. «La proteína no funcionaba normalmente en las células estudiadas, por lo que podemos inferir que probablemente los mamuts de la Isla Wrangel no podían oler las flores que comían», añade.
Bastante enfermos
La investigación se basa en el trabajo previo de otros científicos, como un artículo de 2017 en el que un equipo de investigación diferente identificó mutaciones genéticas potencialmente perjudiciales en el mamut de la isla Wrangel, que se estima que es parte de una población que contiene solo unos pocos cientos de miembros de la especie.
«Los resultados son muy complementarios», dice Lynch. «El estudio de 2017 predice que los mamuts de Wrangel estaban acumulando mutaciones dañinas. Encontramos algo similar y probamos esas predicciones resucitando genes mutados en el laboratorio. El mensaje con el que nos quedamos es que los últimos mamuts pudieron haber estado bastante enfermos e incapaces de oler las flores, así que eso es triste».
Fuente: ABC,
Artículo de referencia: https://www.abc.es/ciencia/abci-resucitan-genes-ultimos-mamuts-sobre-tierra-estaban-enfermos-y-sin-olfato-202002101200_noticia.html,
Al menos los podemos reparar, no todo está perdido.