Las estadísticas demográficas (y la experiencia cotidiana) de longevidad demuestran que a partir de los 65 años, la probabilidad de fallecer aumenta con cada año que pasa.
Pero si uno llega a los 80, la posibilidad de que muera en los siguientes 365 días va descendiendo gradualmente. Se acerca la parca, sí, y cada vez más, pero disminuyen sus opciones de atraparte en los doce meses siguientes. Paradojas de la vida.
Esta es la conclusión de un estudio publicado en Science por un equipo internacional de demógrafos y estadísticos, que confrontó 3.836 casos bien documentados de ciudadanos italianos que vivieron 105 o más años con las tasas de mortalidad de las personas situadas en la franja de edad de los 65 a los 105.
Los datos de este trabajo indican que el incremento de posibilidades de morir en el año siguiente, siempre crecientes desde los 65 años, cesa de aumentar si se alcanzan los 105. Y la tasa de mortalidad declina ligeramente con cada año que se sobrevive a partir de esa avanzadísima edad, un efecto que es mayor en los nacidos en fechas menos alejadas.
Uno de los autores, James W. Vaupel, es demógrafo en el Instituto Max Planck de Investigaciones Demográficas de Rostock, Alemania. Según él, “nuestro trabajo sugiere que la longevidad está aumentando y que no ha llegado a un límite”.
Además, Vaupel piensa que “la mayoría de los niños nacidos tras el año 2000 en los países desarrollados llegarán a cumplir 100 años. Cuesta creerlo, pero no hay límites para la esperanza de vida”.
Un techo vital
Hay científicos que argumentan contra las conclusiones de Vaupel y sus colegas. Uno de ellos es Jan Vijg, genetista en la Escuela de Medicina Albert Einstein de New York. En declaraciones al periódico Los Angeles Times, Vijg afirma que “hay un techo para la duración de la vida”.
En 2016 publicó un estudio en Nature junto con un equipo de colegas en el que se sostenía que si pudiéramos reunir a 10.000 personas que hubieran llegado a los 110 años (algo de por sí improbable), solo una podría sobrepasar los 125.
Más crítico es S. Jay Olshansky, profesor de Salud Pública en la Universidad de Illinois en Chicago, que también ha hablado con el periódico californiano: “La conclusión de que no hay límite a la duración de la vida humana es irracional”. Según explica, entre los centenarios, más de la mitad fallecen a cada año que pasa. “Si solo 100 personas entre millones pasa de los 100 años, ¿qué diferencia hay en que sean 50 o 60 de ellas las que sobreviven para ver su próximo cumpleaños? Nuestro organismo no está hecho para durar tanto”.
Centenarios al alza
Haya o no un tope a los años que podemos vivir, el número de personas de más de 100 años está creciendo, como demuestran los datos.
Sin salir de España: según el Instituto Nacional de Estadística, en nuestro país el número de habitantes que supera la centuria se ha cuadruplicado desde 2002: en 2017 había 17.423, y hace quince años eran 4.269. Los centenarios españoles son sobre todo mujeres: en el periodo citado han pasado de 3.324 a 13.390, y los hombres de 3.090 a 4.034.
Fuente: Muy Interesante,