Los investigadores han concluido que las trampas evolutivas y ecológicas pueden ser la clave que pone en peligro la supervivencia de los osos pardos. Los científicos denominan “trampas” a la falta de conciencia de los osos del cambio en su hábitat, normalmente producido por la acción humana. Los animales toman por buenos recursos que reducen su bienestar a largo plazo, por ejemplo, comiendo de la basura. Los resultados del estudio pueden aplicarse también en la investigación sobre el descenso de poblaciones de otros grandes carnívoros.
En el estudio, publicado en Mammal Review, se analizaron los diferentes mecanismos de trampas que pueden afectar a las poblaciones mundiales de osos, desde el oso pardo europeo hasta los grizzlies de Norte América.
“La hipótesis de partida era que en zonas más cercanas a la civilización, la actividad humana puede llegar a modificar el hábitat sin que los animales se den cuenta, lo que introducía factores de mortalidad difíciles de detectar por parte de los osos”, explica Vincenzo Penteriani, investigador del CSIC en el Instituto Pirenaico de Ecología.
Los investigadores han detectado varios mecanismos diferentes de trampas, por ejemplo, el uso de recursos alimentarios naturales cerca de infraestructuras humanas y zonas agrícolas o el uso de recursos alimentarios artificiales de origen humano.
Los efectos más graves generados por trampas evolutivas y ecológicas se manifiestan en un aumento de la mortalidad de los individuos más jóvenes y de las crías de primer año. Además, los osos pueden sufrir problemas fisiológicos y sus poblaciones locales pueden ver su estructura social desestabilizada. “Detectar los mecanismos de estas trampas y los lugares donde pueden estar actuando es de crucial importancia para la conservación de las poblaciones de osos”, señala el investigador del CSIC.