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Confirman la presencia inequívoca de agua en la Luna incluso en zonas expuestas a la luz solar, donde no se había detectado. Otra investigación muestra abundantes depósitos de distintos tamaños en los que ha quedado atrapada agua congelada.

Cualquier misión espacial tripulada tiene que hacer frente a un gran reto: asegurarse de que los astronautas tendrán comida y bebida suficiente para subsistir, una tarea complicada teniendo en cuenta que para poder hacer un lanzamiento hay que reducir al máximo el peso de la nave. Así que a la hora de pensar en un largo viaje a Marte o de permanecer largas temporadas en la Luna hay que idear también formas de enviar los suministros suficientes.

Dos estudios publicados este lunes sugieren que los futuros viajes a la Luna contarán con la gran ventaja de poder obtener el agua in situ pues, además de confirmar su presencia en nuestro satélite, revelan que su suelo no sólo conserva cantidades mayores de lo que se creía hasta ahora sino que, por primera vez, la han detectado en zonas expuestas a la luz solar.

Luna 2024

Dos hallazgos que seguramente facilitarán la preparación del programa Artemis (Artemisa, en español) con el que EEUU pretende volver a pisar la Luna en 2024 y establecer en los años siguientes una estación lunar.

Hace tiempo que se sabe que el polo sur de nuestro satélite alberga agua que en teoría, podría ser extraída por los astronautas que vayan a trabajar allí dentro de unos años -los tripulantes de las misiones Apolo pasaron muy poco tiempo y llevaron todo lo que necesitaban en sus naves-.

Hoy quedan pocas dudas de que hay agua y además, resulta que hay mucha más de la que se pensaba, según estos estudios publicados en la revista Nature Astronomy y simultáneamente anunciados a través de una rueda de prensa de la NASA.

Un telescopio en un Boeing modificado

La primera investigación no sólo confirma de manera inequívoca la presencia de agua -H2O- en nuestro satélite, sino que por primera vez revela que el agua no sólo estaría presente en zonas en penumbra permanente, sino también en áreas iluminadas, en forma de moléculas de agua que habrían quedado atrapadas entre los granos de suelo.

El estudio está hecho con los datos del observatorio SOFIA (Stratospheric Observatory for Infrared Astronomy). Se trata de un avión Boeing 747SP de la NASA modificado para transportar un telescopio. La aeronave vuela a una altitud de 13 kilómetros y realiza observaciones en el infrarrojo en longitudes de onda que permiten hacer investigaciones de cuerpos espaciales como la Luna.

Pues bien, este telescopio ha detectado una firma espectral que, según los autores, indiscutiblemente indica que se trata de agua (H2O) pues no la comparten otros compuestos. Anteriores investigaciones apuntaban también a que se trataba de agua, pero la firma espectral que se había observado era compatible también con que fuera hidroxilo (muy parecido químicamente), por lo que no podían estar seguros.

Ahora, argumentan, no hay duda de que se trata de agua que, según los científicos, estaría atrapada en los minerales de la superficie, protegida del hostil ambiente lunar. Sus datos revelan concentraciones de entre 100 y 412 partes por millón atrapadas en un metro cúbico de suelo.

«Trampas frías» que capturan el agua en la Luna

Por otro lado, un segundo estudio sostiene que los pequeños depósitos de agua atrapada que se habían visto en el polo sur son mucho más numerosos de lo que se creía. Un análisis en profundidad de la superficie ha revelado que están repartidos por una vasta área y tienen tamaños muy diversos: desde un centímetro a un kilómetro, por lo que estarían a mano para poder establecerse allí. Serían, como señalan los autores, una especie de trampas frías repartidas por la superficie en la que quedaría atrapada el agua.

Tal y como explica a este periódico Paul Hayne, investigador de la Universidad de Colorado y autor principal del estudio, estos depósitos están cerca de los polos lunares, en zonas permanentemente a la sombra: «Nuestros resultados muestran que estas microtrampas frías están mucho más extendidas por la región de lo que se pensaba, y por tanto, son más accesibles».

Depósitos repartidos por 40.000 KM2

Así, estos depósitos estarían repartidos por una superficie de 40.000 kilómetros cuadrados, que según Hayne, «es mucho». «Si toda esa superficie estuviera cubierta sólo por una capa superficial de hielo, supondría decenas de miles de millones de kilos de agua, equivalente a un lago de tamaño mediano. Los microdepósitos, inferiores a un metro de diámetro, podrían contener agua equivalente a un pequeño lago», compara.

Paul Hayne cree que este agua podría extraerse por los astronautas: «La NASA y otras agencias espaciales están desarrollando tecnologías para extraer ese agua de la superficie lunar y aprovecharla. Aún no sabemos a qué profundidad está el hielo. Nuestros hallazgos sugieren que las microtrampas se reparten por una gran superficie, por lo que es posible que sea necesario diseñar tecnologías de extracción para operar en un área grande en lugar de excavar a gran profundidad».

La detección de H2O molecular en la superficie lunar proporciona una fuente potencial de agua para abastecer las trampas de frío de los polos, dice Hayne: «En este escenario, el agua se liberaría por impactos de meteoritos y luego migraría a los polos donde quedaría atrapada en los depósitos de hielo. Nuestros resultados indican que el agua puede ser más accesible como recurso para futuras misiones y asentamientos permanentes».

Fuente: TERESA GUERRERO / EL MUNDO,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2020/10/26/5f96b7cffc6c8312618b4647.html,



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