Un nuevo estudio internacional revela que los peligros de una súper erupción habían sido subestimados hasta ahora. Un equipo de internacional de investigadores de las universidades de Oregon, (Estados Unidos), Curtin, (Australia) y Heidelberg (Alemania), con la colaboración de la Agencia Geológica de Indonesia, acaba de descubrir que los llamados ‘supervolcanes’ siguen siendo activos y peligrosos incluso miles de años después de una ‘supererupción’.
Los científicos, que acaban de publicar sus conclusiones en ‘Nature Communications Earth & Environment’, estudiaron la Caldera de Toba, en Sumatra, donde hace cerca de 74.000 años una gigantesca erupción llegó a poner en peligro a la Humanidad. El estudio deja patente que es necesario revisar la forma y la periodicidad con que se produce esta clase de eventos catastróficos.
Según Martin Danišík, de la Universidad de Curtin y coautor del estudio, hasta ahora sabíamos que los supervolcanes a menudo entran en erupción varias veces con intervalos de decenas de miles de años, pero no teníamos una idea muy pobre de lo que sucedía durante los períodos inactivos.
¿Erupción tras largos períodos de inactividad?
«Comprender esos largos períodos de inactividad -afirma Danišík- determinará lo que debemos buscar en los supervolcanes activos jóvenes para ayudarnos a predecir futuras erupciones. Las súper erupciones se encuentran entre los eventos más catastróficos de la historia de la Tierra, y liberan enormes cantidades de magma casi instantáneamente. Pueden impactar el clima global hasta el punto de llevar a la Tierra hacia un ‘invierno volcánico’, que es un período anormalmente frío que puede resultar en una hambruna generalizada y una alteración de la población. Aprender cómo funcionan los supervolcanes es importante para comprender la amenaza futura de una súper erupción inevitable, que ocurre aproximadamente una vez cada 17.000 años».
Con el fin de obtener esas respuestas, los investigadores se centraron en averiguar el paradero del magma que quedó tras la supererupción de Toba hace 74.000 años. Para ello utilizaron varios minerales, como feldespato y circón, que contienen registros de tiempo independientes basados en la acumulación de gases de argón y helio como cápsulas de tiempo en el rocas volcánicas.
«Usando estos datos geocronológicos, inferencia estadística y modelado térmico -prosigue el investigador-, mostramos que el magma continuó rezumando dentro de la caldera, o depresión profunda creada por la erupción de magma, durante 5000 a 13.000 años después de la súper erupción, y luego la cubierta de magma solidificado sobrante fue empujada hacia arriba como el caparazón de una tortuga gigante».
Estos hallazgos desafían el conocimiento existente
Para Danišík, estos hallazgos desafían el conocimiento existente y el estudio de las erupciones, que normalmente implica buscar magma líquido debajo de un volcán para evaluar su peligro futuro. «Ahora debemos considerar que las erupciones pueden ocurrir incluso si no se encuentra magma líquido debajo de un volcán; el concepto de lo que es ‘erupcionable’ debe reevaluarse».
“Si bien una supererupción puede tener un impacto regional y mundial y la recuperación puede llevar décadas o incluso siglos -concluye el científico-, nuestros resultados muestran que el peligro no termina con la supererupción y la amenaza de más erupciones persiste durante muchos miles de años después. Aprender cuándo y cómo se acumula el magma en erupción, y en qué estado se encuentra antes y después de tales erupciones, es fundamental para comprender los supervolcanes».
Fuente: José Manuel Nieves / ABC,
Artículo de referencia: https://www.abc.es/ciencia/abci-puede-supervolcan-entrar-erupcion-actualidad-202109061014_noticia.html,