Los ríos del Amazonas están contaminados por culpa de la extracción petrolera

La investigación, publicada en la revista Environmental Pollution, forma parte de un amplio proyecto científico desarrollado por ambos grupos para analizar los preocupantes niveles de contaminación por petróleo existentes en una zona de la Amazonía peruana próxima a la frontera con Ecuador.

“Aunque éramos conscientes que se estaba produciendo, no existía evidencia científica sobre el impacto ambiental de los vertidos petroleros en la zona. No se había podido cuantificar al tratarse de zonas muy remotas y de difícil acceso”, explica Antoni Rosell, investigador ICREA en el ICTA-UAB. Para llevar a cabo el estudio se han analizado datos de 2.951 muestras de agua superficial de cuatro ríos del Amazonas recogidas por agencias públicas peruanas y empresa petroleras entre los años 1987 y 2013.

Los resultados ponen de manifiesto la presencia en el agua de los ríos de niveles muy superiores a los habituales de cloruro, cromo, bario, plomo y cromo hexavalente, algunos de ellos compuestos muy contaminantes para el medio ambiente y peligrosos para la salud. La fuente de contaminación no son sólo los vertidos accidentales de petróleo sino, en mayor medida, el vertido habitual de las aguas de formación, extraídas de los yacimientos conjuntamente con el petróleo (ricas en metales pesados, hidrocarburos y sales). “Hasta ahora no se había valorado el impacto contaminante de las aguas de formación”, comenta Raúl Yusta, coautor del estudio.

98 barriles de agua por cada uno de petróleo

Por cada barril de petróleo producido, las empresas extraen hasta 98 barriles de agua de formación que han sido vertidas directamente al suelo y a los ríos de la selva tropical de la amazonía norte peruana desde 1972 hasta 2009. Estas aguas de formación contienen niveles de cloruro 13.379 veces superiores a las aguas de los ríos amazónicos, mientras que los índices de cromo están multiplicados por 67, los de cadmio por 40, los de plomo por 31 y los de bario por 22.

Los investigadores estiman que dichas actividades petroleras han vertido al cauce de los ríos una media de 5 toneladas de plomo al año, 8 toneladas de cromo hexavalente, así como 3,7 de toneladas de sal al año. Estas grandes concentraciones de metales pesados y sales están modificando la composición química de las cabeceras de los ríos del Amazonas y alterando uno de los ecosistemas más preservados y naturales del mundo. “Se estima que en la actualidad, las aguas del río Amazonas superan en un 30% su concentración natural de sales”, indica Rosell.

Esta contaminación local fruto de la actividad hidrocarburífera tiene una implicación suprarregional y transnacional muy amplia, ya que los vertidos en las cabeceras de los ríos (principalmente el Corrientes y el Tigre) impactan en las zonas más bajas del Amazonas. Así pues, la polución se extiende a miles de kilómetros de ríos, sedimentos y suelos, dando lugar a la bioacumulación de metales pesados en peces, animales y las personas que se alimentan de la pesca fluvial y de la caza de animales que ingieren aguas de formación en un intento de suplir la carencia de sales minerales que presenta su dieta habitual.



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