Aunque solo el 0,1% de las especies de arañas son venenosas, estos animales suelen parecerles horrendos y peligrosos a muchas personas, sobre todo a las mujeres. Y eso a pesar de que probablemente son menos peligrosas que los leones, las medusas o los escorpiones, pero sus patas y su forma de moverse, errática y rápida, provocan escalofríos.

Alrededor del 5% de la población va más allá de la aversión a las arañas, y sufre una fobia en toda regla. Estas personas dicen sentir miedo al ver las patas de las arañas y sus típicos movimientos repentinos, que sus cerebros no pueden predecir. ¿Por qué puede ocurrir esto? Una explicación tradicional es que, aunque solo una pequeña parte de las arañas sean realmente peligrosa, a lo largo de la evolución tenerle miedo a todas ellas ha aumentado la tasa de supervivencia de los humanos.

A diferencia de lo que ocurre con animales aposemáticos, que se caracterizan por exhibir colores muy vistosos para avisar de que son peligrosos o venenosos (como las avispas o algunas ranas del Amazonas), las arañas suelen ser oscuras o pardas. De hecho, tanto las venenosas como las no venenosas suelen tener un aspecto parecido.

Un instinto ancestral

Esto parece haber repercutido en la aparición de un auténtico instinto de supervivencia ancestral especializado en la detección rápida de amenazas específicas. De hecho, algunos científicos han comprobado que la mayoría de las personas son capaces de detectar e identificar la forma típica de las arañas incluso por el rabillo del ojo y de una forma realmente rápida.

«Las arañas son una de las pocas amenazas que han persistido a lo largo de la evolución y que están «diseñadas» de forma única para capturar la atención sin importar la existencia de conocimientos previos, el coraje o la importancia de las tareas -que se están haciendo en ese momento-«, escriben los autores de un estudio publicado en Evolution & Human Behaviour.

Pero el ser humano se caracteriza por ser un ser cultural, además de animal. Por ese motivo no sorprende que la cultura tenga una gran importancia y un potente papel modulador en el rechazo instintivo a las arañas. Algunos estudios han sugerido que, en las sociedades occidentales, el rechazo a las arañas está vinculado con su asociación a enfermedades desde el siglo X en adelante.

«El desarrollo de la asociación entre arañas y enfermedades parece estar vinculado con muchas epidemias devastadoras e inexplicables que golpearon Europa desde la Edad Media en adelante, en un momento en que la araña era susceptible de convertirse en el objetivo de la preocupación causada por estas epidemias», escriben los autores de un estudio publicado en Society & Animals. Como prueba de la influencia de la cultura, mientras que en europa las arañas se perciben en general como animales profundamente desagradables, en algunos lugares de América del Sur o en Camboya estos arácnidos son un manjar.



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