Ahora, un equipo internacional de investigadores afirma haber descubierto el origen de las emisiones. Los resultados han sido publicados en Environmental Science & Technology. La sustancia en cuestión es un clorofluorocarbono (CFC) llamado CFC-11, y hace un tiempo se estuvo usando en los refrigeradores. Pero en 2006, la producción de CFC-11 fue prohibida en virtud del Protocolo de Montreal, que regula los productos químicos que dañan la capa de ozono, según Victor Román, N+1.

Sin embargo, el 16 de mayo, Stephen Montzka, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA) y sus colegas revelaron que la tasa de disminución de los niveles de CFC-11 se había reducido inesperadamente a la mitad desde 2012. Esto sugería que alguien estaba fabricando CFC-11, argumentó Montzka, probablemente en el este de Asia. "Simplemente no sabemos qué está causando el aumento de estas emisiones", dijo Montzka.

Sin embargo, un documento de investigación publicado el 7 de mayo ha encontrado que algunas emisiones de CFC-11 podrían deberse a un mal reciclaje de los refrigeradores desechados en China. "Ha habido menos énfasis global en la captura de tales refrigerantes al final de su vida" dijo a New Scientist Reed Miller en la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut (EEUU) quien participó en la investigación liderada por Huabo Duan en la Universidad de Shenzhen en China.

China es el mayor productor del mundo y el mayor consumidor de refrigeradores y aires acondicionados. Así que el equipo investigó 50 talleres informales de reparación de electrodomésticos en el área de Shenzen, que obtienen refrigeradores chatarra de vendedores ambulantes y consumidores.

Los investigadores también visitaron siete centros de reciclaje con licencia del gobierno en seis provincias. Los centros autorizados tienen como objetivo capturar CFC-11, que está en el aislamiento de espuma de poliuretano de las puertas y paredes de los refrigeradores. Lo hacen dividiendo la espuma en una cámara de baja presión y separando el CFC-11, que luego se neutraliza químicamente.

El equipo descubrió que los talleres de reparación informales a menudo cortaban los refrigeradores al aire libre, incluida la espuma que contenía el CFC, y vendían el metal como chatarra. Mientras tanto, los centros de reciclaje raramente controlaban el proceso de captura de gas adecuadamente. Además, el equipo no ha examinado el reciclaje de grandes enfriadores comerciales, como los utilizados en los supermercados. "Cada enfriador puede liberar casi media tonelada de CFC-11 cuando se retira y reemplaza", dice Miller. "Los costos prohibitivos de reemplazo han resultado en su uso prolongado".

Miller argumenta que los problemas de reciclaje de refrigeradores de China son "un posible contribuyente" a las emisiones adicionales de CFC-11. Él quiere que el gobierno chino elabore un plan de subsidios que incentive a los vendedores ambulantes y las tiendas de electrodomésticos a vender refrigeradores de desechos a recicladores formales, y que los recicladores capturen adecuadamente los CFC. Sin embargo Montzka, el autor del primer estudio, no está del todo convencido. El investigador afirma que en sus resultados se lanzarían 13 millones de kilogramos adicionales de CFC-11 cada año, no 1 como ha encontrado Miller.

Una solución para tener datos más exactos podría ser la de alimentar los datos sobre los niveles de CFC-11 en Asia en modelos de computadora de movimiento de aire, y rastrear las emisiones directamente a sus fuentes. Si las emisiones provienen de una amplia región, sugeriría que el reciclaje es un culpable, mientras que una fuente puntual implicaría una región, empresa o industria. Aunque demos por sentada la capa de ozono, su presencia es fundamental para la existencia de vida en la Tierra. No solo el debilitamiento de la capa puede causar enfermedades respiratorias, sino que un estudio encontró un agujero fue el causante de la extensión masiva del Pérmico.



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