Detritus
Investigadores del grupo Caprella perteneciente al Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla, en colaboración con el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA), han comprobado que los detritus en forma de heces de los peces proporcionan una dieta adecuada para dos tipos de caprélidos, diminutos crustáceos marinos, destinados a acuicultura. Los expertos apuntan que su capacidad de aprovechar los desechos de otras especies como alimento los convierten en una alternativa sostenible y económica a la actual alimentación de granjas acuícolas.
Los caprélidos son crustáceos con un tamaño comprendido entre los dos milímetros y los dos centímetros que recuerdan a una mantis religiosa. Resultan fundamentales en la alimentación de muchos peces en la naturaleza, además constituyen parte importante de la dieta de algunos moluscos cefalópodos como la sepia. Los expertos de la Universidad de Sevilla apuntan sus ventajas como alimento en acuicultura debido a sus altos niveles de ácidos grasos beneficiosos y su rápido crecimiento.
Sin embargo, hasta el momento no se habían estudiado dietas de bajo coste para alimentarlos, ni su papel en el desarrollo de técnicas acuícolas sostenibles. “Actualmente, la industria busca organismos vivos de alimentación alternativos para incluir en acuicultura multitrófica integrada, es decir, en estrategias donde unas especies se alimentan de los desechos de otras. Los caprélidos son excelentes candidatos porque se benefician del detritus formado a partir de alimento no consumido y heces liberadas por los peces cultivados”, explica a la Fundación Descubre el científico responsable del estudio, José Manuel Guerra, de la Universidad de Sevilla.
Dieta alternativa
Hasta el momento la Artemia es el alimento vivo más popular para las larvas de peces. Sin embargo, los científicos se están centrando en la identificación de dietas con crustáceos anfípodos adecuadas para reemplazar estos organismos y, por lo tanto, reducir los costes de producción en la industria acuícola. Los estudios se iniciaron con la tesis doctoral de Elena Baeza, ya defendida, y continúan en la actualidad con la tesis doctoral de Pablo Jiménez, ambos investigadores del grupo Caprella.
En su búsqueda de alternativas, los expertos han evaluado el contenido nutricional de diferentes dietas para comprobar que los caprélidos eran capaces de alimentarse de tres fuentes alimenticias diferenciadas: detritus, Artemia y fitoplancton. Con distintos experimentos evaluaron la composición lipídica de los caprélidos y, por tanto, su valor nutricional para usarlos como recurso para la acuicultura, en el marco de este proyecto denominado "Crustáceos caprélidos invasores de las costas andaluzas. Aplicaciones en acuicultura", financiado por la Consejería de Economía y Conocimiento de la Junta de Andalucía.
En concreto, ensayaron con dos de las especies más abundantes en el Estrecho de Gibraltar: Caprella equilibra y Caprella scaura. La primera de carácter autóctono y la segunda, invasora, que llega a alcanzar grandes densidades.