Recoger conchas para pintarlas o hacer joyitas y guardarlas como recuerdos de los buenos momentos en la playa es una práctica tan entrañable como desaconsejable. Este pequeño gesto multiplicado por los millones de personas que habitan el planeta supone un impacto importante en el ecosistema costero.
Existen varios estudios que confirman el daño causado por esta costumbre veraniega. Uno de ellos mostraba que la cantidad de conchas marinas había disminuido hasta en un 60% entre los dos periodos de estudio: entre 1978 y 1981 y entre 2008 y 2010 en la playa Llarga, cerca de Barcelona, España.
Más turistas, menos conchas
Los investigadores adjudicaban este descenso principalmente al aumento del turismo en la zona, ya que la abundancia de conchas era mayor durante el invierno, exactamente cuando menos personas visitaban la playa. Y el fenómeno no se restringe a este lugar estudiado. El turismo mundial se ha cuadruplicado en los últimos 30 años y coincide una mayor pérdida de conchas marinas.
Con este tipo de evidencias, los científicos recuerdan la necesidad de respetar el medio ambiente y evitar daños innecesarios a los ecosistemas naturales. ¿Cómo? Es mejor dejar las conchas en su hábitat. Más allá de su estética, las conchas marinas desempeñan un papel importante en las costas. Por un lado, proporcionan materiales para que las aves construyan sus nidos, también lo utilizan como parte de su hogar una gran variedad de organismos marinos. Por ejemplo, las algas, las esponjas o los crustáceos.
Múltiples funciones en el ecosistema
Además, las conchas son fuente de carbonato de calcio que se disuelve en el agua del mar y es reciclado de nuevo en el océano. Como vemos, “cumplen múltiples funciones en los ecosistemas naturales», señalaba uno de los científicos implicados en uno de los estudios sobre la pérdida de conchas en las playas, Michal Kowalewski, paleontólogo del Museo de Florida.
Resulta que son alimento de tortugas marinas y tiburones, son refugio de los cangrejos, reducen la posibilidad de que las playas se erosionen y cuando por el paso del tiempo, las conchas se destruyen, forman parte de la arena. En palabras de Kowalewski, “los humanos pueden desempeñar un papel significativo en la alteración de los hábitats a través de actividades que muchos considerarían inofensivas”.
Cada vez empieza a haber mayor concienciación. De hecho, la extracción de conchas marinas es ilegal en muchas partes del mundo. Por ejemplo, en Reino Unido, donde la Ley de Protección Costera de 1949 prohíbe la recolección de cualquier material natural de las playas públicas.