¿Cuáles son las claves para asegurar un futuro sostenible para la tierra?
Las actuales presiones sobre la tierra son enormes y se espera que sigan creciendo: existe una creciente competencia entre la demanda de funciones de la tierra que proporcionan alimentos, agua y energía, y los servicios que apoyan y regulan todos los ciclos de vida en la Tierra.
Una proporción significativa de ecosistemas gestionados y naturales se están degradando: en las 2 últimas décadas, aproximadamente el 20% de la superficie de vegetación de la Tierra muestra persistentes tendencias de disminución de su productividad, principalmente como consecuencia de las prácticas de uso y gestión de la tierra y el agua.
La pérdida de biodiversidad y el cambio climático ponen aún más en peligro la salud y la productividad de la tierra: las mayores temperaturas y emisiones de carbono, los cambios en los patrones de precipitaciones, la erosión del suelo, la pérdida de especies y el aumento de la escasez de agua probablemente alterarán la idoneidad de vastas regiones para la producción de alimentos y la vivienda humana.
La degradación de la tierra reduce la resistencia a las tensiones medioambientales: una mayor vulnerabilidad, especialmente de los pobres, mujeres y niños, puede intensificar la competencia por los escasos recursos naturales y originar migraciones, inestabilidad y conflictos.
Más de 1300 millones de personas están atrapadas en tierras agrícolas en proceso de degradación: los agricultores de las tierras marginales, especialmente en las tierras secas, tienen opciones limitadas de medios de subsistencia alternativos y a menudo quedan excluidos de infraestructuras y desarrollos económicos más amplios.
La escala de la transformación rural en las últimas décadas no tiene precedentes: millones de personas han abandonado sus tierras ancestrales y emigrado a zonas urbanas, a menudo empobreciendo su identidad cultural, abandonando los conocimientos tradicionales y alterando permanentemente los paisajes.