Los beneficios ambientales y sociales también serían claros. El ahorro energético podría alcanzar los 36.363 millones de megajulios al año, el 7% de la energía que se emplea hoy en el transporte terrestre de mercancías. O lo que es igual, equivaldría al consumo anual de una población de 2.923.452 personas, la suma de los habitantes de Valencia, Sevilla, Zaragoza, Las Palmas de Gran Canaria y Bilbao.

Las emisiones de óxidos de nitrógeno y de micropartículas disminuirían su presencia en el aire. En concreto, se dejarían de emitir 79.368 toneladas de NOx, un 8% menos, y 2.266 toneladas de partículas en suspensión.

Los costes externos se reducirían en más de 397 millones de euros, lo que equivale al gasto de una población de 39.937 personas, por ejemplo, todos los hogares de Soria durante todo un año.

El estudio avala la tesis de que el ferrocarril incorpora a su actividad un volumen de empleo mayor de lo que se piensa. Por cada empleo en las actividades de transporte de mercancías en ferrocarril (y en las actividades complementarias y proveedoras directas) encontramos un 0,64 de empleos indirectos. Por cada empleo directo o indirecto aparecen 1,27 13 empleos inducidos, debido sobre todo a la estructura de costes del sector ferroviario.

El transporte terrestre de mercancías en España apenas representaba el 1% del total. El sector emplea a unas 12.000 personas. Con una política decidida y sostenible se podrían crear otros 30.000. Para conseguirlo, CCOO propone el fomento de la intermodalidad, la optimización de infraestructuras y complementos logísticos, la integración ferroviaria europea, la creación de líneas regulares de mercancías, la mejora de la seguridad ferroviaria, la electrificación del servicio, la tarificación de las carreteras y la implantación de la fiscalidad ambiental, entre otras medidas.



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