La presión del modelo de producción de la llamada fast-fashion, que implica una gran rapidez en el lanzamiento de colecciones, una gran rotación de producto y unos precios muy competitivos, ha abocado a la industria de la moda a producir lejos del punto de venta y con unos costes sociales y medioambientales muy elevados.
La moda tiene una huella medioambiental cada vez más amplia y, además, los consumidores han entrado en un modelo de compra de sus productos cada vez más marcado por el que se podría llamar comprar y tirar. Frente a lo que había sido tradicional en la industria hasta no hace muchas décadas, cuando la ropa se usaba hasta que no se podía aprovechar más, ahora su vida útil es muy corta. Nos cansamos pronto de ella y, además, sentimos que pronto dejará de estar a la última en tendencia. En Europa se tiran unos 5,8 millones de toneladas de ropa, de las que solo se recicla el 25%.
Pero, a medida que este modelo se está convirtiendo en más y más evidente y más y más importante, han empezado a surgir voces dentro de la industria que critican esta realidad y que quieren educar al consumidor -y darle oportunidades de compra- para lanzarse a por la moda de un modo diferente. Algunos grandes jugadores de la industria, como es el caso por ejemplo de H&M, cuentan ya con líneas verdes y más responsables. Otros jugadores de menor tamaño están haciendo de la sostenibilidad su bandera y su gran baza.
La sostenibilidad, nuevo elemento para el «made in Spain»
En general, la industria empieza a ser cada vez más sensible a este problema y a las crecientes preocupaciones de los consumidores en esta dirección. Según un estudio de Textile Exchange, el 24% de las empresas de moda, por ejemplo, han implantado ya políticas circulares en materia prima y un 57% está trabajando ya en esa línea para ponerlo en marcha. El 7% de todo el poliéster que se consumió en el último año analizado (2016) ya llegaba del plástico reciclado. La industria de la moda española se ha sumado también a la tendencia, como demuestra el hecho de que no solo cada vez hay más empresas de este sector sino también jornadas, asociaciones, ferias o pasarelas de moda verde en el país.
Los consumidores han empezado a reclamar cada vez más productos dentro del sector que sean ‘fabricados en España’, ya que el conocimiento de las condiciones en las que se elaboran en países en vías de desarrollo los últimos productos de la industria de la moda ha hecho a los consumidores más críticos con sus decisiones de consumo. A medida que se ha empezado a ofrecer más ese sello de garantía, también se han añadido otras cuestiones en términos de sostenibilidad y responsabilidad. Con este cambio se ha hecho no solo que las prendas sean fabricadas en España, sino también que lo hagan en condiciones no solo mejores desde el punto de vista social sino también ecológico.
España, que es la líder mundial en la industria de la fast fashion gracias a Inditex y Mango y que cuenta con una economía en la que la moda se considera sector estratégico (es el 2,8% del PIB), tendrá que hacer los deberes para adaptarse a esta nueva tendencia. En el país hay unas 6.800 empresas y marcas dedicadas a la moda, el calzado y los accesorios, compañías que van más allá de las gigantes de la industria y sus facturaciones millonarias y para las que la moda sostenible podría ser la gran oportunidad de diferenciación y posicionamiento.