Buscando el método sostenible. El final del otoño y el comienzo del invierno, con la llegada de las bajas temperaturas, marcan el encendido de los sistemas de calefacción en viviendas y edificios.
Una climatización que, en función del inmueble, puede realizar a través de diferentes métodos basados, principalmente, en el uso de combustibles fósiles como el gasóleo -que aumentan las emisiones de gases contaminantes en esta época del año-, el uso de gas natural o de otras energías como las renovables.
Según el último informe elaborado por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, en España, publicado en julio de 2018, el gasto en calefacción del parque residencial en 2016 ascendió a más de 6.500 Kilotep (El tep es una unidad de medida equivalente a la energía que rinde una tonelada de petróleo, por tanto, a más de 6.500.000 toneladas de petróleo y más de 75.595 millones de kilovatios-hora).
De toda esta energía destinada a la climatización de las viviendas, el 24% se generó mediante gas natural, el 23 % mediante gasóleo, el 36% a través de calderas de biomasa y el 7% a través de sistemas de calefacción eléctricos.
Todas estas fuentes de energía sirven para calentar los hogares a través de diferentes circuitos de distribución como los tradicionales radiadores de pared, el suelo radiante, las bombas de calor o cualquier otro dispositivo. Cada uno de ellos ofrece un rendimiento diferente.
“Una mala eficiencia energética en el sistema de calefacción se puede deber a la antigüedad, al diseño incorrecto de la instalación, o al mal aislamiento del edificio o a la inexistencia del mismo”, apunta Raúl Mora, director técnico de ACLIMAR, entidad asociada a la Asociación de Empresas de Servicios Energéticos (ANESE).
La importancia del aislamiento de la vivienda
En este sentido, la eficacia de la instalación dependerá en gran medida de las características propias de la estructura del inmueble.
“El aislamiento y la cubierta del edificio son muy importantes porque cuanto peor sean, más necesidad de aporte de calor necesitará el inmueble, con una mayor inversión y un mayor consumo, lo que afectará a la eficiencia del edificio o la vivienda”, detalla Vicente Vernia, responsable de Proyectos F2E Fundación para la Eficiencia Energética y el medio ambiente.
Uno de los primeros factores a tener en cuenta para conseguir un sistema de calefacción más eficaz y sostenible es la rehabilitación del edificio para reducir la demanda térmica y, a partir de ahí, optimizar las necesidades de climatización.
“Muchos edificios del parque de viviendas en España son antiguos y las normas de edificación anteriores no hacían tanto hincapié en este tema”, apunta Vernia sobre los nuevos modelos de construcción.
Las estimaciones calculan que dotar de un buen aislamiento al inmueble, tanto en la cubierta como en las ventanas, puede suponer un ahorro de entre un 30% y un 40% de la energía consumida para la climatización, según un estudio elaborado por el portal Habbitissimo.
Tras el aislamiento, hay que tener en cuenta otros tres puntos clave como la ventilación del edificio, la fuente de energía y al modelo de distribución.
“El sistema más sostenible para calentar una vivienda dependerá en parte de la fuente de energía empleada, ya que, para una misma instalación con radiadores, por ejemplo, el agua puede ser calentada de distintas formas, empleando solo gas natural, con energía solar térmica o mediante aerotermia”, explica Vernia.
Ventajas y desventajas de los diferentes sistemas de calefacción
Según un informe de Aldro Energía, durante los meses más fríos del año, entre noviembre y abril, la calefacción supone un 44% del total de la cuantía del recibo energético en los hogares españoles.
Así, los sistemas de calefacción tienen ventajas e inconvenientes que hay que tener muy en cuenta en función de las particularidades de cada vivienda. Las bombas de calor por ejemplo, son económicas, no requieren obra y su eficiencia es bastante alta.
Por otro lado, los radiadores tradicionales, abastecidos por una caldera de gasóleo o gas natural, pueden resultar más económicos, la sensación de confort es mayor que con el aire y poseen mayor inercia térmica.
Es la relación entre su conductividad de energía calorífica y su capacidad calórica volumétrica. Es decir, su capacidad de conducir y almacenar o retener calor. pero necesitan más tiempo ara calentar la vivienda.
La instalación de suelo radiante es también una opción eficiente, pero supone un coste más elevado.
Una alternativa de energía renovable para las zonas rurales son los sistemas de biomasa, que además de utilizar combustibles naturales como pellets de madera o huesos de aceituna, tienen un coste inferior.
Los principales inconvenientes de estas calderas radican en el almacenamiento (requieren más espacio) y en el mantenimiento (ha de ser más regular).
Por último, los radiadores eléctricos de resistencia tienen la ventaja de ser móviles y no requieren instalación, pero son poco eficientes y sólo aconsejables para un uso puntual, en residencias de fin de semana o en zonas que no requieran mucho aporte térmico.
Sistemas más sostenibles
En definitiva, los sistemas más sostenibles son aquellos que utilizan energías renovables para abastecer el circuito de la calefacción, ya que no emiten gases contaminantes en el proceso de producción de energía ni se pierde poder calorífico en la combustión, como en el caso de las calderas de gas, o de gasóleo.
“Para valorar qué opción es más sostenible, habría que tener en cuenta cómo se ha producido la electricidad para esos equipos o las posibles pérdidas de energía en la red, entre otros factores”, apunta Vernia. Así, sea cual sea el sistema, es necesario evaluar el coste de la inversión para calentar la vivienda.
Eficacia y sostenibilidad
La evolución de los sistemas de calefacción ha permitido aumentar su eficacia mejorando sus ratios de consumo y favoreciendo la sostenibilidad.
“En la eficiencia de los equipos, influirá la antigüedad, el mantenimiento y su limpieza e incluso el factor humano, como poner ropa a secar en los radiadores, ventilar habitaciones durante más de 15 minutos cuando está la calefacción puesta o dejar el aparato de aire encendido cuando no se está en casa”, detalla Vernia, quien apunta que un mal diseño de la instalación también influye en la eficacia y la sostenibilidad.
En este sentido, la aerotermia y la geotermia son dos de las más modernas tecnologías que utilizan recursos naturales como el aire del ambiente o el calor que emite el subsuelo para, mediante un proceso químico y mecánico, climatizar la vivienda, tanto para calentarla como para refrigerarla, especialmente gracias al suelo radiante.
Aunque requieren una fuerte inversión para instalarlas pero ofrecen mejores coeficientes de rendimiento que las instalaciones basadas en gasóleo o gas natural.
Renovar sistemas antiguos
Desde ANESE apuntan que es rentable renovar los sistemas antiguos por unos nuevos ya que el ahorro económico para el cliente puede ser hasta el 20% y se mejora el confort y la seguridad del circuito, aunque hay que tener en cuenta factores como la inversión, la cantidad de residuos y contaminantes que genera en su instalación y durante su rendimiento y su eficiencia con respecto a otros métodos de climatización para elegir el más conveniente.
Así, las medidas más eficaces y sostenibles se basan en mejorar la envolvente del edificio, su aislamiento, en renovar los viejos sistemas de calefacción por otros con mejores rendimientos y menor consumo así como controlar la demanda de energía para climatizar la casa de manera óptima.
No obstante, el futuro de la edificación se dirigen hacia el diseño de inmuebles y edificios sin necesidad de calefacción gracias a una ventilación adecuada y a tecnologías de recuperación de calor del ambiente, con capacidad para aprovechar la inercia térmica, entre otros modelos pasivos de climatización.
Fuente: Pablo Ramos Delgado / Planeta Inteligente – EL MUNDO,
Artículo de referencia: http://www.planetainteligente.elmundo.es/planeta-en-accion/que-metodo-para-calentar-la-casa-resulta-mas-sostenible,