Un grupo del Centro de Investigación en Materiales Cerámicos y Compuestos (CICECO, Centro de Investigação em Materiais Cerâmicos e Compósitos) de la Universidad de Aveiro ha elaborado un nuevo tipo de cemento a base de desechos industriales. Este nuevo sistema, que por ahora se ha probado solo de forma experimental, necesita menos energía y utiliza exclusivamente residuos, de manera que su implementación reduciría el impacto medioambiental de la industria del cemento.
Los desechos industriales empleados en este estudio proceden de una fábrica local de pasta de celulosa y papel. Para el desarrollo de la investigación, los científicos partieron de tres desechos: lodo calcáreo, lodo biológico y cenizas volantes, que son generados en el circuito de recuperación química en la estación de tratamiento de aguas residuales y en la central termoeléctrica de la fábrica. Los cementos que produjeron son de dos tipos: cemento Portland o cemento comercial y cemento belítico o cemento de baja energía.
Al comparar el cemento Portland producido por este nuevo método con el cemento convencional que produce la industria en la actualidad, los investigadores han comprobado que “posee las mismas características de durabilidad y propiedades físicas, pero con una ventaja muy significativa, la reducción de la temperatura máxima de cocción”, explica en declaraciones Leire Hernando Buruberri, investigadora española que forma parte de este grupo, liderado por João Labrincha.
La industria utiliza una temperatura de 1.450 grados centígrados, mientras que para este nuevo cemento es suficiente con llegar a los 1.390, una reducción que se traduce en un ahorro energético significativo. De esta manera, “disminuye considerablemente la factura eléctrica de este sector y se reduce su impacto ambiental”.
Por otra parte, el cemento de baja energía tarda más tiempo en alcanzar las propiedades deseadas en el cemento común en términos de resistencia, pero su proceso de cocción también se produce a 1.350 grados y, además, disminuye las emisiones de dióxido de carbono por la disminución del componente calcáreo en la mezcla de materias primas. En definitiva, el nuevo proceso reduce la huella ecológica de esta industria, que es responsable del 7% de las emisiones globales de CO2. Además, “también es importante que estos cementos son producidos únicamente a partir de desechos industriales, sin la introducción de materias primas naturales no renovables, como arcillas o calizas”, apunta la investigadora.
El proceso de fabricación es sencillo, se mezclan los desechos industriales y se someten a una temperatura de entre 1.350 a 1.390 grados centígrados. Posteriormente, se enfrían a temperatura ambiente. En esta primera etapa, se obtiene el componente principal del cemento, responsable de sus propiedades, que posteriormente es molido y mezclado con yeso para lograr el producto final.
A juicio de los investigadores del CICECO, los resultados son tan prometedores que, tras realizar estos experimentos de laboratorio, se podría dar el salto a la industria. Para fabricar una tonelada de cemento por este nuevo método, se necesitarían 16 toneladas de residuos industriales.