Un total 25 megaciudades (23 de ellas en China) son responsables del 52% de las emisiones urbanas de CO2, según un estudio publicado en Frontiers in Sustainable Cities y dirigido por el profesor Shaoquing Chen, de la Universidad Sun Yat-sen de Guanzhou. El informe se ha realizado a partir de datos de 167 ciudades en 53 países y revela la altísima contribución de las superpobladas ciudades chinas, aunque la emisiones per cápita siguen siendo superiores en Europa, Norteamérica y Australia.
«Hoy por hoy, más del 50% de la población mundial vive en ciudades, que son al mismo tiempo responsables del 70% de las emisiones», recalca Shaoquing Chen. «Las ciudades tienen pues una gran responsabilidad para la descarbonización de la economía, pero los métodos usados hasta ahora son muy variables y hacen que sea muy difícil evaluar los progresos de mitigación en el espacio y en el tiempo», puntualiza.
Handan, Shanghai y Suzhou encabezan la lista de las emisiones causadas por las megaciudades, con Pekín en quinto lugar, Wuhan en el octavo puesto y Hong Kong en el 23. Las únicas ciudades fuera de China entre las 25 primeras son Moscú (que hace la séptima) y Tokio (la número 17). Se estima que las mayores 50 ciudades del mundo emiten en su conjunto el equivalente a 2.600 megatoneladas del CO2 al año, superadas tan solo a nivel nacional por China, Estados Unidos e India.
Emisiones
El informe de Frontiers in Sustainable Cities destaca las sustanciales reducciones de emisiones per cápita en ciudades como Oslo, Houston, Seattle y Bogotá, en contraste con el aumento en Johanesburgo, Río de Janeiro o Curitiba, considerada hasta ahora como la ciudad más sostenible de Brasil. El estudio incluye las ciudades españolas, pero ni Madrid ni Barcelona figuran en la «lista negra» de las 50 mayores emisoras, donde sí están Nueva York (número 26), Frankfurt (33), Londres (43) o Ciudad de México (49).
Se estima que el 60% de la emisiones proceden de la generación de energía para uso residencial, comercial e industiral, y en torno al 30% es atribuible al transporte por carretera, mientras que las emisiones del ferrocarril, la aviación o la navegación es menor al 15%. La proporción varía notablemente según los países: la alta contribución de las megaciudades chinas se explica sobre todo por la existencia de más de mil centrales térmicas de carbón en todo el país.
Un total de 113 de las 167 ciudades estudiadas han fijado objetivos claros para la reducción de emisiones, y 40 tienen en el horizonte la meta de la neutralidad de carbono. El estudio concluye sin embargo que los objetivos son del todo insuficientes para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y evitar un aumento de las temperaturas superior a 1,5 grados.
Fijar objetivos más ambiciosos
«Las ciudades deben fijarse objetivos más ambiciosos de reducción de emisiones y poner en marcha estrategias más efectivas para medir y lograr la mitigación», sostiene el profesor Chen.
«El primer paso ha de ser la identificación de los sectores clave, incluida la gestión de los residuos urbanos, que hasta ahora no ha sido tenido suficientemente en cuenta. Necesitamos también inventarios de emisiones de gases invernadero con una metología común a todas la ciudades. Y finalmente hay que subir el listón, avanzar hacia objetivos absolutos de mitigación y alcanzar la neutralidad global de carbono en el 2050».
El informe de la Universidad de Sun Yat-sen no entra a evaluar el papel que tendrán en el futuro las megaciudades de más de 10 millones de habitantes, que podrían llegar al medio centenar en todo el mundo en el 2030.
El grupo de ciudades por el clima C40 -impulsado por el ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg– ha presentado recientemente el informe Climate Action in Megacities 2.0, con una llamada global a la acción en terrenos como la economía circular, la renaturalización o la movilidad, como la implantación de sistemas como el Bus Rapid Transit (BTA) que se está propagando por la ciudades suramericanas.
La NASA ha puesto también su grano de arena con el lanzamiento del Megacities Carbon Project, dirigido por los científicos Riley Duren y Charles Miller. El objetivo es desarrollar sistemas de monitorización de las emisiones homologables en las grandes ciudades del mundo: Los Angeles y París serán los laboratorios de experimentación en una primera fase, que se extendería después a Suramérica y Asia.
Fuente: CARLOS FRESNEDA / EL MUNDO,
Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2021/07/13/60edb7c6e4d4d8df0d8b45b0.html,