A medida que aumenta la población mundial y se desarrollan las economías de un gran número de países emergentes, la población se concentra más y más en los grandes núcleos urbanos. Este desarrollo suele ir ligado a un mayor uso de los combustibles fósiles, desencadenando un incremento en los niveles de contaminación.
El dióxido de nitrógeno es uno de los principales contaminantes disueltos en la troposfera, la capa más baja de nuestra atmósfera.
La monitorización de la contaminación atmosférica desde el espacio comenzó con el lanzamiento del satélite ERS-2 en el año 1995, y con su instrumento GOME, diseñado originalmente para medir los niveles de ozono en la atmósfera.
Estos estudios continuaron con los sensores SCIAMACHY a bordo de Envisat, OMI en el satélite Aura de la NASA, y GOME-2, instalado en el satélite MetOp de EUMETSAT.
Estos instrumentos nos revelan que, a lo largo de la última década, los niveles de dióxido de nitrógeno han disminuido sobre Europa y Estados Unidos, pero han aumentado en Oriente Medio y en algunas regiones de Asia.
“Estas tendencias se pueden explicar por dos mecanismos diferentes: por un lado, el mayor uso de combustibles fósiles por parte de las economías en desarrollo provoca un aumento en los niveles de contaminación; por el otro, las mejoras tecnológicas – tales como los automóviles ecológicos – son las responsables de la disminución de los niveles de contaminantes”, explica Andreas Richter, un científico del Instituto de Física Ambiental de la Universidad de Bremen, Alemania. “Estas variaciones en los niveles de contaminantes son sorprendentemente rápidas, y los satélites son por ahora la única forma de monitorizarlas a escala global”.
“Por este motivo, es de vital importancia garantizar la disponibilidad a largo plazo de este tipo de sensores que nos permiten estudiar la contaminación desde el espacio”, afirma Richter.
En Estados Unidos, los niveles de dióxido de nitrógeno han experimentado una caída consistente sobre las áreas urbanas del estado de California.
“Los datos tomados desde el aire y sobre el terreno confirman los resultados de los satélites”, explica Si-Wan Kim, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
“Las medidas realizadas desde el espacio nos están ayudando ahora a mejorar el inventario de fuentes de emisiones en California”.
Estos resultados fueron presentados en la conferencia “Advances in Atmospheric Science and Applications”, celebrada recientemente en Brujas, Bélgica.
En este evento, organizado por la ESA, se analizaron las técnicas para la teledetección de gases traza en la atmósfera, para el estudio de nubes, aerosoles y gases de efecto invernadero, y para la monitorización de la calidad del aire.
La conferencia no sólo trató sobre los usos científicos de estos datos, sino que también analizó cómo la información recogida por anteriores misiones de observación de la Tierra puede ayudar ahora a complementar los estudios para la monitorización del clima.