El sistema calcula, a tiempo real, el nivel de gases contaminantes que está generando el vehículo y facilita estos datos a los agentes destinatarios, quienes pueden tomar decisiones para reducir las emisiones en función de esta información.
La principal ventaja del sistema, según han detallado los investigadores Diego Llanos y Arturo González, es que la estimación de las emisiones no se realiza a través de sensores que efectúan mediciones directas sobre los gases emitidos por el tubo de escape, lo que incrementaría los costes.
Los investigadores han aprovechado los pequeños ordenadores que instalan en los vehículos para la gestión de flotas (mediante los cuales obtienen información por ejemplo sobre su localización o emiten alertas en caso de accidente), para estimar el nivel de emisiones contaminantes. “Con los sistemas que tenemos instalados en los coches se nos ocurrió que era posible estimar, y no medir (lo que implicaría poner un sensor), la contaminación que está generando el vehículo, aprovechando la información que ya tienen los aparatos que desarrollamos”, precisan.
Estos aparatos van conectados al motor y pueden recoger información sobre el régimen de vueltas al que va el vehículo y también sobre otros parámetros de la conducción, con lo que “se puede hacer un cálculo numérico y estimar cuánto puede estar contaminando un coche, teniendo en cuenta el modelo, el motor, o si es gasolina o diesel, entre otros aspectos”.
En la actualidad, estos ordenadores se instalan en flotas de vehículos bajo demanda de un cliente, pero los investigadores recuerdan que dentro de cinco años, aproximadamente, entrará en vigor una directiva europea que obligará a todos los fabricantes de vehículos a incluir un ordenador con GPS en los coches, “para temas de llamada automática a centros de emergencia o de localización y posicionamiento, que son algunas de sus aplicaciones pero hay muchas más”.
“Como estos sistemas vendrán de serie dentro de unos años se nos ocurrió, ya que van a estar ahí, que si supiéramos lo que contaminan todos los coches en tiempo real tendríamos un mapa de la contaminación casi gratuito, ya que no hace falta una instalación adicional”, subrayan los expertos, quienes han solicitado la patente para su idea.
Gestión de “puntos calientes”
Este mapa de la contaminación es útil para las administraciones, ya que si desean saber cuánta contaminación se acumula en una zona no es necesario instalar una estación medidora, cuyos costes son muy altos y además “es necesario poner varias en diversos puntos para obtener una línea y luego determinar el origen de la contaminación, porque hay mezcla de diferentes fuentes y la estación mide la contaminación total, no solo la provocada por un agente”.
A través del sistema implementado “el mapa de contaminación distingue las emisiones procedentes del tráfico de otras fuentes que pueda haber”. En este sentido, permitiría a un gestor de una infraestructura como un túnel decidir, si se está llegando a unos niveles de contaminación preocupantes, habilitar automáticamente un camino alternativo para evitarlos. “Saber donde están los puntos calientes de contaminación tiene muchas aplicaciones. Por ejemplo, un motorista que quiera disfrutar de un trayecto con aire limpio podría utilizar esa información para encontrar una ruta alternativa que no tenga tanto humo”, concluyen.