El Himalaya sufre la contaminación del tráfico en las calles

Dos científicos de la Universidad de Cincinnati han dirigido un estudio en el Himalaya, tras el cual han concluido que las emisiones de diésel están depositando mucho azufre en el suelo. La investigación, que ha sido publicada en la revista Archives of Environmental Contamination and Toxicology, tuvo lugar en la carretera que une las ciudades montañosas de Manali y Leh, en el norte de India. El punto más alto de ese camino, donde a cada curva superada le sigue un suspiro de alivio, supera los 5.300 metros.

"Medimos cantidades increíblemente altas de azufre cerca de la carretera", dijo Brooke Crowley, geóloga y coautora de la investigación, citada por la revista de la Universidad de Cincinnati. "Algunos de esos valores probablemente estén conectados con el tráfico de camiones".

Su compañero, Rajarshi Dasgupta, tomó muestras en cuatro puntos diferentes de este paso de montaña por el que suelen transitar camiones de mercancías y de combustible, así como transportes de turistas. Los científicos señalaron que la mayoría de vehículos que circula por ese camino es diésel, y que el diésel que se utiliza en la India contiene índices de azufre especialmente altos.

"Este área nos proporcionó una rara oportunidad para examinar los efectos de múltiples contaminantes en un ambiente remoto y montañoso dominado por el diésel", afirmó Dasgupta.

Según explicaron los geólogos, la acumulación de azufre puede provocar la acidificación del suelo, algo que "haría improductivas las ya pequeñas cantidades de tierras cultivables en la zona", y en cantidades excesivas podría ser tóxico para los seres humanos y los animales que habitan en la región montañosa. "Nuestros resultados sugieren que una buena cantidad de emisiones se están acumulando en el terreno", aseguró Crowley, quien dijo que, a pesar de que "a primera vista es fácil considerar la región como un lugar puro", el "impacto" del ser humano es evidente. 

Por la carretera entre Manali y Leh circulan unos 50.000 vehículos al año, pero durante el invierno el paso está cerrado por la nieve, por lo que el tráfico se limita a los meses de verano, cuando el deshielo deja las vías abiertas. El camino, tortuoso, embarrado y en permanente construcción, sufre ocasionalmente desprendimientos de tierra que provocan atascos y accidentes. No es raro ver filas de vehículos esperando su turno para poder cruzar por puntos demasiado estrechos para las dos direcciones.



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