La incorporación del kers (kinetic energy recovery systems) a partir de 2009 supone un pequeño primer paso para que la fórmula 1 sea más ecológica.
Esta vieja pretensión de Max Mosley, el presidente de la federación internacional (FIA), va cogiendo forma a través de nuevas normas dirigidas a conseguir que los departamentos de I+D (Investigación y Desarrollo) de las escuderías dediquen parte de sus esfuerzos al aprovechamiento de la energía.
Primero se congeló el desarrollo de los motores para reducir costes, lo que llevaba consigo la búsqueda de otros focos de energía para no perder efectividad. Este año se introdujo en el reglamento que todos los equipos deberían utilizar gasolina con 5,75 por ciento de combustible biodegradable. Y la próxima temporada se incorporará un sistema de recuperación de energía cinética.
El kers es un aparato de unos 20 kilogramos de peso capaz de recuperar 60 CV de potencia en las frenadas que el piloto realiza durante una vuelta. Es una especie de dinamo que almacena esta energía para poder ser reutilizada más tarde. "Este elemento va a revolucionar el Campeonato del Mundo", asegura Mosley, envuelto ahora en un escándalo sexual en su vida personal por el que acaba de pedir disculpas a los miembros de la FIA. "En 2009, el coche de la fórmula 1 será más híbrido. Y éste será un primer paso hacia la búsqueda de un vehículo más ecológico y con mayor aprovechamiento de la energía", dice.
La batalla por la reducción del dióxido de carbono (CO2) parece, sin embargo, perdida en la F-1. Un monoplaza gasta alrededor de 70 litros de combustible por cada 100 kilómetros y durante un fin de semana de competición puede dilapidar unos 420 litros, lo que en conjunto supone alrededor de 900 kilos de dióxido de carbono por gran premio entre todos los coches. Con el kers, la reducción será mínima.
Pero el hecho de que los ingenieros se pongan a trabajar en el desarrollo de sistemas de recuperación de potencia o incluso en el estudio de nuevos combustibles o innovadoras formas de energía para el funcionamiento de los motores puede producir un avance espectacular en pocos años, válido incluso para los automóviles de la calle.
"Este deporte estará más de acuerdo con el medio ambiente en el futuro", argumenta Mosley; "y estoy convencido de que los ingenieros de los equipos trabajarán a fondo para obtener la potencia que han perdido con la congelación de los motores en otras partes del coche, consiguiendo reducir además las emisiones de CO2. El kers es un primer paso. Pero el reto llenará muchas horas de trabajo en todas las escuderías, que cuentan con la tecnología más puntera del mundo".
En el mercado automovilístico actual hay ya varias marcas que han lanzado modelos con sistemas alternativos de energía para frenar las emisiones de CO2 a la atmósfera. El caso más emblemático es el Prius de Toyota, que incorpora un motor eléctrico que funciona cuando el coche está parado en un semáforo o a velocidades inferiores a los 50 kilómetros por hora y que se autoalimenta en parte con energía generada por el propio coche. En este terreno, la técnica puede evolucionar de forma espectacular porque la FIA permitirá una cierta libertad en el desarrollo del modelo de kers que se plantea inicialmente. Y, en principio, no pondrá pegas a la investigación en otras formas de reutilización de energías habitualmente perdidas.
La fórmula 1 parece haber encontrado ahora un camino de conexión con su entorno más próximo, tanto el ecológico como el del desarrollo técnico de sus coches.