La contaminación, en nivel máximo
Los datos son de 2016, que es -como es lógico- el último año del que se tienen datos completos y del que se han logrado estudiar de forma general los recabados. De hecho, y a pesar de que ya estamos rozando un nuevo cambio de año y ya se está a punto de conseguir datos nuevos, la información con las conclusiones del análisis acaba de ser publicada recientemente.
Según los datos de la World Meteorological Organization, entre 2015 y 2016 se produjo un aumento bastante elevado de las emisiones y con ese aumento se lograron batir datos de miles de años. El dióxido de carbono existente en la atmósfera en 2016 fue tan elevado que, para encontrar registros similares, necesitamos remontarnos a momentos muy lejanos de la historia, exactamente al Plioceno medio (entre hace 3 y 5 millones de años).
En esa época, el hielo de parte de la Antártida y de Groenlandia se fundió, lo que hizo que el nivel de los océanos fuese mucho más alto. La temperatura media era entonces entre 2 y 3 grados más cálida y el nivel de los océanos entre 10 y 20 metros superior.
De hecho, en los últimos 800.000 años -el período del que se tienen registros de estas emisiones gracias a los llamados testigos de hielo- no se había igualado esa cantidad. Si se comparan los últimos datos con las concentraciones de la época pre-industrial (antes de 1750), se puede ver un crecimiento de un 145% en los niveles medidos.
Por qué estos datos históricos
¿Cuál era por tanto esta histórica concentración de dióxido de carbono? Estaba en los 403,3 partes por millón, superando las 400 partes por millón de 2015. Estas elevadas concentraciones de CO2 se explican por una cuestión ligada al tiempo pero también, como era de esperar, por la actividad humana.
En lo que respecta a la causa en cierto modo natural, El Niño causó sequías en las regiones tropicales e hizo que fueran menos efectivas de lo que habitualmente lo son a la hora de absorber el dióxido de carbono, ya que tanto sus océanos como sus selvas y vegetación no estaban en forma. El Niño está muy ligado al calentamiento del Pacífico, lo que hace que la situación sea en cierto modo una pescadilla que se muerde la cola.
Las consecuencias de este crecimiento del dióxido de carbono en la atmósfera son, como alertan los expertos, muy peligrosas, especialmente porque estamos empezando a ver ahora los resultados. Desde 1990, se ha visto un crecimiento del 40% en los efectos de calentamiento global derivados de esta realidad. Los números además se están acelerando, ya que el cambio de 2015 a 2016 supone ya el 2,5% de ese aumento.
La solución al problema tiene que empezar ya, porque los efectos de las emisiones no solo hipotecan el presente sino también el futuro. «El CO2 se mantiene en la atmósfera durante cientos de años y en los océanos todavía más tiempo», alerta Petteri Taalas, el secretario general del organismo. Esto hará que las temperaturas en el futuro vayan a ser mucho más cálidas.