Madrid registra mayores emisiones de nanopartículas, producidas por los medios de transporte, que ciudades como Boston o México D.F., según revela un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Alcala (UAH) que recoge el Servicio de Informacion y Noticias cientificas (SINC).
Así, los autores señalan que este dato se debe a que en la capital de España circula un «elevado porcentaje de coches diesel» (un 50 por ciento en 2006), que son una de las principales fuentes de emisión de estas partículas perjudiciales para la salud. Por el contrario, en Boston se producen pocas emisiones de este tipo porque casi todos los vehículos que circulan son de gasolina.
Otra de las fuentes de las que proceden estas partículas son los «superpolluters», medios de transporte muy contaminantes debido a su mal estado o mala combustión. Así, el informe revela que la eliminación de los «superpolluter» podría reducir hasta un 25 por ciento la concentración de superficie activa total (TAS) de nanopartículas, y hasta un 48 por ciento la concentración de hidrocarburos aromáticos policíclicos adsorbidos sobre estas (PPAH).
El coautor del texto y físico del departamento de Teoría de la Señal de la UAH, Philip Siegmann, apunta que aunque la gente suele quejarse del mal olor y del humo que desprenden estos automóviles, «eso no es lo peor», pues los «superpolluters» producen unas nanopartículas «que no se ven ni se huelen» y que en Madrid, por ejemplo, «están presentes, aún cuando uno piensa que se está respirando aire puro».
Además, el informe, publicado en la revista «Atmospheric Environment», señala que las partículas nanométricas están implicadas en el desarrollo de varias enfermedades, pues su reducido tamaño les permite infiltrarse en el cuerpo humano sin ser detectadas por el organismo. Incluso, expertos aseguran que si se produce una exposición continuada y prolongada a estas partículas podrían producir cáncer.
A pesar de que en muchas ciudades, como México, aún abundan los «superpolluters», el informe revela que durante los últimos seis años la contaminación de nanopartículas se ha reducido casi un 65 por ciento, debido a las mejoras que han incorporado los nuevos vehículos para cumplir las normativas europeas.