El momento en el que, a finales el siglo XX, se calculó que la combustión de los motores a gasoil emitía menos CO2 a la atmósfera, se puso la primera piedra de lo que ha convertido a España en un paraíso fiscal para los coches diésel: menos impuestos a este carburante, exenciones para los vehículos de este tipo y subvenciones para su utilización.
La ventaja más evidente que disfruta el diésel es el impuesto sobre los hidrocarburos: un 23% menos que el que se aplica a la gasolina: de los 433 euros por 1.000 litros de la gasolina con plomo o los 431 de la sin, a los 307 de gasóleo general. Eso ha hecho que el consumo de gasoil sea cuatro veces el de gasolina, según los datos de la Agencia Tributaria. Además, el Estado subvenciona directamente a los profesionales que utilizan en gasoil devolviéndoles gran parte de lo que recauda por este carburante. En 2016 fueron 306 millones.
Etiqueta de emisiones
El paquete de ventajas fiscales tiene más elementos. La etiqueta de menores emisiones de CO2 ha permitido a los nuevos vehículos diésel librarse del llamado impuesto de matriculación. ¿Por qué? Porque este tributo se calculó en función del nivel de emisiones en 2007.
Entre el avance tecnológico de los motores y los controles de emisiones para otorgarles el certificado de baja emisión (las famosas etiquetas Euro) que luego han resultado estar falseadas como el caso del dieselgate, la cuestión es que, en 2016, el 80% de los vehículos de gasoil estuvieron exentos de este impuesto (para los de gasolina fue el 76%).
Nivel de emisiones
El nivel de emisiones máximo de gases de efecto invernadero que permite librarse de este pago está colocado en los 120 gr de CO2 por kilómetro recorrido. La media de los diésel, según la Agencia Tributaria, está en los 114 gramos. Pero la ventaja sobre la gasolina, a medida que ha evolucionado esta tecnología, se ha reducido mucho: la media de esos vehículos está en 119 gramos: un 4,3%. Sin embargo, la organización Trnasport&Enviroment estudió el ciclo completo de los turismos y atribuyó unas emisiones medias tres toneladas superiores a los diésel debido al proceso de refinado de su carburante, la construcción de esos motores y el mayor kilometraje que hace cada unidad a lo largo de su vida útil.
Otro impuesto aplicable al transporte en coche es el de circulación. Aquí las bonificaciones son de lo más variado ya que sobre las cuantías generales, los ayuntamientos pueden aplicar coeficientes propios o exenciones. Las ayudas que van dirigidas a los vehículos en función de las emisiones de CO2 atribuidas son empujones al diésel. La proliferación de coches de gasoil ha traído aparejada problemas locales de calidad del aire debido a otros gases nocivos como el dióxido de nitrógeno o las micropartículas (PM) que los diésel lanzan a la atmósfera.
Fuente: EFE / eldiario.es,