Un grupo de investigadores del Departamento de Zoología y Biología Celular Animal de la UPV/EHU estudia las comunidades de insectos y otros artrópodos para intentar aclarar casos de muertes violentas, tráfico de especies, calidad de alimentos y otras mercancías, contaminación, malos tratos, etc. El citado equipo ha sido el primero de la península ibérica en cerrar el ciclo y calcular el tiempo de desarrollo de un insecto necrófago de interés forense.
La imagen del entomólogo forense de películas o series televisivas tipo CSI no se corresponde con la labor diaria de estos profesionales en el País Vasco, según la investigadora Marta Saloña (UPV/EHU): "Nuestros trabajos son, por lo general, bastante rutinarios. Investigamos daños en estructuras, alteraciones, problemas de seguridad (hubo uno aquí mismo, en la universidad, provocado por insectos), etc.". También trabajan a las órdenes de la autoridad judicial, en casos de homicidios, suicidios, malos tratos…, cuando así se lo solicitan.
De hecho, el primer caso en el que trabajó el equipo fue el de un cadáver que apareció en un bosque. "Leí la noticia en la prensa, y envié un fax al juzgado. Me llamó el juez, y, después, el forense. Empezamos a colaborar. Fue maravilloso, porque él llevaba años guardando el material. El forense sabía que aquello aportaba algo, pero no sabía qué. Y tenía que hacer autopsias… Estaban desbordados de trabajo. No se guardaba la información, no se procesaba", recuerda Saloña.
El Servicio de Entomología Forense de la UPV/EHU tuvo que empezar prácticamente de cero: "No se habían hecho trabajos previos, solo había unos pocos datos aislados. Hay muy poco estudiado, no solo aquí, en el País Vasco, sino en toda la península. Continuamente nos llevamos sorpresas, y nos encontramos con especies que no sabemos si son de aquí, si han venido de fuera, si estuvieron aquí alguna vez…, porque no se han ido registrando sistemáticamente los hallazgos. Allí donde ha habido departamentos o museos con profesionales de entomología, se han hecho estudios de zona, pero hay áreas que están totalmente inexploradas", afirma la investigadora.
Recuerda Marta Saloña que cuando el equipo comenzó a trabajar —a finales del pasado siglo—, "empezamos a documentarnos, para saber qué especies había. Lo primero fue hacer una secuenciación genética para confirmar que era posible identificar restos asociados a cadáveres, pero el campo se fue ampliando, y comenzamos a hacer un estudio sobre la distribución de los insectos necrófagos de la CAV, a elaborar mapas de distribución… Y a desarrollar bases de datos contrastadas, algo fundamental para nuestro trabajo" señala Marta Saloña.
Pese a todo, pioneros
El panorama que describe esta investigadora no impide, sin embargo, que se hagan cosas, algunas de ellas muy interesantes e, incluso, pioneras en su campo. "Somos el primer grupo de investigación de la península ibérica (Portugal inclusive) que ha cerrado el ciclo y calculado el tiempo de desarrollo, en condiciones controladas, de un insecto necrófago de interés forense dentro de varios rangos de temperatura. Hemos sido pioneros en eso, y en hacer, en la CAV, un mapa de distribución de insectos necrófagos colonizadores de cadáveres, y en hacer su secuenciación molecular", asevera la doctora.
También recuerda Saloña que su equipo ha sido "el primero del mundo que ha separado dos especies que, hasta el momento, nadie había sido capaz de separar, según su secuencia genética. Creo, sinceramente, que tenemos un mérito considerable por hacer lo que hemos hecho en estos 15 años, con los medios de que disponemos, cada investigadora en su campus…".
Por lo que a los métodos de trabajo del equipo se refiere, los investigadores analizan los insectos colonizadores de los cadáveres y sus respectivos tiempos de desarrollo. Para capturarlos, se instalan trampas con el "cebo" correspondiente para cada tipo de insecto que se desea atrapar; para los que se alimentan de animales muertos, por ejemplo, se colocan vísceras de animales.