Las pirámides de Guiza han alimentado a lo largo de la Historia todo tipo de especulaciones, muchas de ellas más cercanas a la fantasía o a la ciencia ficción que a la ciencia real, e incluyendo la de que fueron levantadas por alguna avanzada civilización extraterrestre. Sin embargo, los datos que sí se conocen en torno a estas magnificas construcciones funerarias (varios de ellos, descubiertos recientemente), son ya de por sí suficientemente sorprendentes, sin necesidad de tener que acudir a teorías esotéricas. A continuación, cinco de los más llamativos.
1. Miles y miles de toneladas
El tamaño de las pirámides de Guiza (nombre genérico que se da a las tres grandes pirámides -la de Keops, la de Kefrén y la de Micerinos- construidas por los antiguos egipcios hace unos 4.500 años en la necrópolis del mismo nombre, a las afueras de la actual ciudad de El Cairo) supone el primer desafío a la hora de entender cómo es posible que fuesen levantadas, dada la primitiva tecnología de la época. Las pirámides son realmente masivas.
Solo la pirámide de Keops, conocida también como Gran Pirámide, la más antigua y mayor de todas, y la única de las siete maravillas del mundo clásicas que aún perdura, está construida con unas 170.000 toneladas de piedra caliza, más de 2,3 millones de bloques de piedra con un peso medio de dos toneladas y media por bloque (si bien algunos de ellos llegan a pesar hasta 60 toneladas), que tuvieron que ser movidos cada día durante al menos 20 años.
Para ello habrían sido necesarios, de acuerdo con los cálculos de los arqueólogos, en torno a 10.000 obreros, una décima parte de los 100.000 que describió el historiador griego Herodoto después de visitar Egipto en el año 450 a. C., pero aún así un número espectacular. La base de la pirámide de Keops equivale a la superficie de ocho campos de fútbol, y para poder rodearla hay que caminar en torno a un kilómetro. Su altura equivale a un edificio moderno de 40 pisos.
2. No las construyeron esclavos
O al menos no todos los obreros que participaron en su construcción eran esclavos, sino hombres libres asalariados. Así lo demostraría el descubrimiento, hecho público en 2010, de una serie de tumbas de trabajadores junto a las propias pirámides, algo que, según explicaron los arqueólogos egipcios que las hallaron, nunca habría sido posible de tratarse de esclavos.
Según explicaron las autoridades egipcias, estos obreros recibían un salario por su trabajo, una evidencia que demostraría que no eran esclavos. «Además, se han encontrado en las paredes rayados hechos por estos trabajadores, que se hacían llamar los amigos de Jufu», señaló el exministro de Antigüedades de Egipto Zahi Awwas, el mediático arqueólogo que dirigió las excavaciones.
3. Con canales y rampas (o no)
No se sabe con certeza cómo se construyeron las pirámides, ya que no han perdurado documentos de la época que lo describan, y porque, además, se utilizaron diversos materiales (piedra escuadrada, piedra sin tallar, adobe) y técnicas (apilamiento de bloques, muros resistentes conformando espacios rellenos de cascotes).
Una de las hipótesis más aceptadas es la que apunta al aplanamiento previo del terreno rocoso, y a la excavación de canales que luego se inundaban de agua para poder marcar líneas de nivel con las que se preparaba una superficie horizontal. A continuación se rellenaban los surcos y, una vez construida la cámara subterránea, se comenzaba la edificación. La mayoría de los bloques de piedra eran cortados en canteras próximas al lugar de construcción. Otros eran transportados desde las canteras del sur del país con ayuda de gigantescas barcazas y a través de canales.
4. La belleza está (también) en el interior
Tan fascinante como el exterior es el interior de las pirámides. El de la de Keops tiene tres cámaras principales, dos situadas en el propio interior de la pirámide, actualmente denominadas Cámara del Rey y Cámara de la Reina, y una en el subsuelo, la Cámara Subterránea.
A las cámaras se accedía, desde el lado norte, por un pasaje descendente, obstruido al final por grandes bloques de granito, y que comunicaba con dos pasadizos, uno ascendente, que desemboca en la Gran Galería, y otro descendente, que llega hasta la cámara subterránea. Cavado a través de la roca sólida, este túnel, de alrededor de 90 metros de largo y un metro de ancho, es de una increíble precisión, y apunta directamente a la estrella conocida como Alpha Draconis. En el interior de las pirámides, por otro lado, la temperatura permanece constante, en torno a los 20 grados centígrados. Y en las paredes no hay jeroglíficos.
5. Ocho caras
La sección horizontal de la Gran Pirámide no es cuadrada, sino octogonal (una estrella de cuatro puntas), ya que cada una de las caras está compuesta por dos planos, con una ligera pendiente hacia el centro. Esto resulta difícilmente apreciable a simple vista, debido a la ausencia casi total del revestimiento original.
Las proporciones de la Gran Pirámide han servido a los arqueólogos como referencia para sistematizar las unidades de medida empleadas en el Antiguo Egipto. La principal unidad lineal se conoce actualmente como Codo Real, y tiene 0,524 m. de longitud, subdivididos en siete palmos de cuatro dedos cada uno (28 dedos). Esta unidad se usó desde al menos la III dinastía egipcia, alrededor del año 2700 a. C., y una muestra exacta puede observarse precisamente en la Cámara del Rey de la pirámide de Keops, cuya anchura es de 10 Codos Reales (5,24 m.) y su longitud es de 20 Codos Reales (10,48 m.).
Entre las muchas curiosidades matemáticas que presenta la Gran Pirámide destaca la que resulta de restar su altura de su longitud. La cifra que se obtiene, 314,16 metros, es el número Pi multiplicado por 100.