Si es usted aficionado a los documentales de La 2 recordará perfectamente a David Attenborough gritando de asombro ante el ave del paraíso que despliega sus plumas y adquiere aspecto de alienígena.
Este pájaro, cuyo ritual de apareamiento consiste en plegar las alas hacia dentro y mostrar los llamativos colores en medio del plumaje negro, pertenece a una de las siete especies que viven en Nueva Guinea Papúa y cuyas plumas son capaces de absorber la luz incidente en hasta un 99,95 por ciento.
El equipo de la investigadora Dakota McCoy acaba de publicar en la revista Nature Communications los resultados de un meticuloso estudio sobre estas plumas y la estructura que les permite absorber la luz a esos niveles.
Mediante diferentes técnicas de imagen, desde la espectrofotometría al escáner de microscopio electrónico, el equipo ha estudiado las plumas de siete especies y ha demostrado que, como se sospechaba, se trata de microestructuras que impiden que la luz rebote.
En concreto, estos filamentos adoptan una disposición en formaciones verticales que aumentan la dispersión de la luz hasta el punto de que reflejan apenas una centésima de la luz que reflejan las plumas negras normales.
Los autores sugieren que estas estructuras absorbentes de la luz evolucionaron porque su presencia exagera el brillo de los parches de color adyacentes, lo que capta la atención de las potenciales parejas durante el apareamiento. Este tipo de características son propias de la selecciono sexual, por lo que su valor adaptativo es indiferente.