Medía 26 metros, se movía a 40 kilómetros por hora, y durante 50 millones de años dominó los mares de la Tierra como el depredador más rápido y eficaz. Se trata de un ejemplar de ictiosaurio, uno de los animales más grandes que ha habitado el planeta, y cuya mandíbula ha sido descubierta por un equipo internacional de científicos en Lilstock, Reino Unido.
Hasta el momento, el ictiosaurio más grande conocido medía 21 metros de largo. Los restos de este ejemplar, que se encuentran en el Museo Tyrell, en Canadá, sirvieron para comparar los nuevos restos y concluir que, efectivamente, pertenecieron a un ejemplar de esta especie, que vivió en el Triásico tardío, hace unos 200 millones de años. El descubrimiento es solo un hueso incompleto (llamado surangular) de la mandíbula inferior de esta criatura gigante, que, calculan, mediría cerca del tamaño de una ballena azul: un gigantesco ictiosaurio de tipo shastasaúrico.
“El hueso de la mandíbula de un reptil prehistórico de 200 millones de años pertenece a uno de los animales más grandes del mundo", según manifiesta en un comunicado el grupo de paleontólogos. Según el coleccionista de fósiles y coautor del estudio, Paul de la Salle: "Después del reconocimiento de una estructura de ranura y hueso, pensé que podría ser parte de la mandíbula de un ictiosaurio”.
"Como el único espécimen que se había encontrado está representado por una amplia pieza de mandíbula, un 25% más grande que la encontrada en Lilstock, era difícil estimar el tamaño del nuevo ejemplar. Las comparaciones sugieren que el ictiosaurio de Lilstock medía al menos, entre 20 y 26 metros de longitud. Pero tales estimaciones no son exactas, debido a las diferencias entre las especies”, añaden. El estudio ha sido publicado en la revista científica PLOS ONE.
En 1850, también se encontraron y describieron otros huesos igualmente incompletos pertenecientes al Triásico tardío, de varios dinosaurios (estegosaurios y saurópodos), dinosaurios indeterminados y otros reptiles. Dos de ellos están desaparecidos y se cree que fueron destruidos. Sin embargo, con el descubrimiento del espécimen Lilstock, el nuevo estudio refuta identificaciones previas y sugiere que otros fragmentos de hueso no identificados también podrían pertenecer a un ictiosaurio.
"Uno de los huesos de que disponemos también podría ser una surangular de ictiosaurio. Si lo es, por comparación con la muestra de Lilstock, podría representar a un ejemplar mucho más grande”, explican los investigadores.
Hace unos 200 millones de años, una vez roto el gran supercontinente de Pangea, la plataforma continental euroasiática se separa poco a poco de la de América del Norte, y nace el océano Atlántico. Durante este cambio profundo del planeta, los reptiles que vivían en tierra firme también cambiaron, y los antepasados del ictiosaurio se trasladaron al recién creado océano, desarrollando aletas y adaptándose a la vida marina.