Todo el parque, incluidos sus lagos y montañas, son lo que son por obra del hombre. Los planos de esta auténtica reserva natural llamada Central Park fueron diseñados por el arquitecto paisajista, periodista y botánico estadounidense Frederick Law Olmsted y por Calvert Vaux, también arquitecto paisajista, pero este de nacionalidad británica.
Se concluyó en el año 1873 y alberga unos 250.000 árboles en numerosos valles, entre ellos una de las últimas arboledas de olmos americanos del nordeste de Estados Unidos.
Este gran parque urbano proporciona diversos beneficios a los habitantes de la Gran Manzana y, en concreto, al distrito metropolitano de Manhattan, donde se encuentra ubicado.
Además de ser una gran área lúdica y de esparcimiento, está demostrado que un espacio verde revaloriza los inmuebles de sus alrededores, y contribuye a purificar el aire y generar un medio ambiente más limpio.
Pero regresemos en este punto a la pregunta formulada al principio. Para darle respuesta, debemos tener en cuenta que la cantidad de oxígeno que puede producir un árbol es algo muy variable, ya que depende de factores muy diferentes como su especie, su edad o su estado de salud.
No obstante, sí podemos ofrecer una estimación aproximada. Según cálculos realizados por Reforesta (asociación sin ánimo de lucro fundada en 1991 y declarada de Utilidad Pública) basados en datos proporcionados en las jornadas Bosques y Cambio Climático, un árbol de un encinar español libera 42 kilos de oxígeno al año de promedio.
Si llevamos a cabo la extrapolación de estas cifras, los 250.000 árboles que hay en Central Park generarían en total unos 10,5 millones de kilos de oxígeno durante esos doce meses.
¡Respira hondo!
Como hemos mencionado anteriormente, no es este el único beneficio que un parque como Central Park aporta a las personas que viven en su entorno.
Las zonas verdes de las ciudades, además de ayudar a combatir la contaminación, convirtiéndose en auténticos pulmones del entorno urbano, ayudan a las personas que viven en sus alrededores a relajarse y reducir el estrés, contribuyen a mejorar nuestra salud física -porque nos animan a pasear y también a practicar deporte en un entorno más saludable- y además fomentan las relaciones sociales.
No es de extrañar, por tanto, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considere imprescindibles estos espacios para mejorar nuestro bienestar tanto a nivel físico como emocional. Según esta institución, las ciudades deberían disponer de, como mínimo, entre 10 y 15 metros cuadrados de área verde por habitante.
Fuente: Muy Interesante,