Sorprendente lluvia de peces en México
La información fue confirmada por las autoridades de Protección Civil en su cuenta de Facebook: “Curioso caso en Tampico, donde se registró una ligera lluvia que incluyó pequeños peces que literalmente cayeron del cielo”, anunciaba el organismo en su post de la red social. Pedro Granados, responsable de Protección Civil en la localidad mexicana, explicó que el hecho ocurrió en el Colegio Félix de Jesús Rougier, ubicado en el puerto, tal y como apunta el medio local El sol de Tampico.
El caso más famoso de lluvia de peces es el de Yoro, en Honduras. Allí, entre mayo y julio, esperan que llegue la "cosecha" del cielo. La población local celebra el Festival de la Lluvia de Peces, que prevé el ritual de la gran nube oscura, recreada con relámpagos y truenos, la tempesta y, finalmente, la lluvia milagrosa y misteriosa de sardinas, recogidas y luego cocinadas para todos. National Geographic, en 1970, descubrió que los peces de Yoro son ciegos y vivirían en algunos ríos subterráneos de agua dulce.
Estos fenómenos, pese a ser llamativos, no son únicos. Los "animales paracaidistas" más habituales son las ranas. En 1915, una nube gigantesca de ranas se vertió sobre Gibraltar (según informó la revista científica Nature), un fenómeno que en 1981 se registró también en Nauplia, Grecia, y luego en Serbia, en 2005. “Aquí, ranas de este tipo no hay”, dijo Stevan Stevanovic, un testigo del evento. “Son de color gris y no verdes como estas, que además son mucho más rápidas”.
Los habitantes de un pueblo de Sri Lanka, en mayo de 2014, vieron llover peces hasta formar un estrato de entre 5 y 8 cm por encima de calles y tejados. Los aldeanos no desperdiciaron tan inesperado regalo y montaron un banquete de más de 50 kg de pescado, mientras que los animales sobrevividos a la caída fueron recolectados para ser comidos después.
¿Por qué llueven animales?
La hipótesis más plausible es que los animales sean aspirados por intensos torbellinos, tornados o huracanes, que los transportarían a gran altura y luego los soltarían al suelo, incluso a grandes distancias desde el punto de recogida. Esta también era la tesis del famoso físico francés André-Marie Ampère, uno de los primeros científicos que tomaron en serio el fenómeno de la lluvia de animales. Según esta teoría, a veces los animales sobreviven el viaje, otras son triturados por la fuerza de los vientos o incluso acaban congelados por las bajas temperaturas, como fue el caso del temible "calamar volador".