Tan solo el 21,8% de la población española es consciente de que el agotamiento de los combustibles fósiles en un plazo de veinte o treinta años provocará una grave situación de crisis de energía y crisis económica, según una encuesta realizada en el marco de un proyecto de investigación coordinado por la Universitat de València.
La población española opina, muy mayoritariamente, que el uso de combustibles fósiles como fuente de energía se reducirá drásticamente en el futuro próximo, bien como forma de mitigar los efectos del cambio climático, bien como resultado de la dificultad para mantener en los niveles actuales el suministro de petróleo, gas y carbón. El 91,9% considera que es muy probable o bastante probable que el mencionado proceso de reducción tenga lugar en un horizonte temporal de dos o tres décadas.
Sin embargo, muy mayoritariamente, no se espera que un menor consumo de combustibles fósiles comporte cambios sustanciales en la forma de vida, pues se confía en que otras tecnologías de producción de energía (especialmente las renovables) permitirán que el problema se limite a ser técnico y económico. Entre quienes creen que el uso de combustibles fósiles decrecerá, no más del 23,8%, es decir el 21,8% del total, considera que la escasez de combustibles fósiles provocará una crisis económica severa y una problemática social grave. En cambio, el 76,3% cree que alguna de las tecnologías existentes, o alguna combinación de las mismas, o algún invento nuevo, permitirá una sustitución técnica de las fuentes de energía sin que la vida se vea sustancialmente alterada.
La encuesta forma parte del proyecto de investigación "Transiciones a una sociedad poscarbono: impactos redistributivos y vida cotidiana en un contexto de energías no fósiles y cambio climático". El proyecto, que cuenta con una ayuda de la Secretaría de Estado de Investigación, está coordinado por Ernest García, catedrático de Sociología de la Universitat de València.
Para el profesor Ernest García, la encuesta pone de manifiesto que la amplia difusión de una forma particular de optimismo tecnológico “confina la cuestión en el ámbito de lo técnico-económico, bloquea el desarrollo de iniciativas sociales que apunten a formas diferentes de la organización social y asigna un estatuto de marginalidad a los intentos a este respecto, limitando sus efectos”.
“Es especialmente significativa –explica el investigador– la ambigüedad que los datos arrojan acerca del papel social de las energías renovables: pese a que su contribución al suministro energético continúa siendo relativamente escasa, su aportación al mantenimiento de la confianza en el progreso tecnológico es relativamente muy grande. Esta ambigüedad podría contribuir a que la seriedad de las implicaciones sociales de una transición poscarbono eventualmente impuesta por la naturaleza no llegue a ser plenamente percibida hasta fases avanzadas del proceso, incrementando así los costes sociales, políticos y económicos de la adaptación”.
Junto al profesor Ernest García, forman parte del equipo de investigadores dos miembros del Departamento de Sociología de la Universitat de València, cuatro profesores de la Universitat de Barcelona y tres investigadores del laboratorio del Centre d´Étude des Techniques, des Connaissances et des Pratiques de la Universidad de París 1 (Panthéon-Sorbonne). El objetivo fundamental del proyecto es promover un cambio en los comportamientos y apoyar las políticas públicas sobre cambio climático y descarbonización, aportando un nuevo marco analítico para los fenómenos que pueden impulsar la transición en la sociedad civil: movimientos sociales e intelectuales, iniciativas ciudadanas, cambios en las formas de vida, percepciones y predisposiciones de la población en general o de sectores significativos de ella.