El documento de la organización internacional, que tiene 56 páginas y ha sido entregado inconcluso a los países miembros de la AIEA, destaca que el 80 por ciento de las 435 instalaciones atómicas que hay en el mundo tenían más de 20 años a finales del año pasado y que el 70 por ciento de los 254 reactores han estado funcionando durante más de 30 años y "muchos de ellos han superado el periodo de vida para el que fueron diseñados".
Según el borrador de un informe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica que aún no se ha hecho público, esto plantea problemas de seguridad. El documento señala que muchas empresas han comenzado programas para que los reactores sigan funcionando durante más tiempo del previsto inicialmente o han anunciado su intención de hacerlo.
"Hay cada vez más expectativas de que los reactores nucleares más antiguos deben cumplir unos objetivos más estrictos en materia de seguridad, similares a los fijados para los reactores construidos recientemente o los que se construirán en el futuro", se lee en la Revisión de la Seguridad Nuclear, que la AIEA publica anualmente. "Preocupa la capacidad del conjunto de las instalaciones más antiguas para cumplir esas expectativas", explica el texto.
Esto "podría tener efectos sobre la seguridad y sobre la capacidad de satisfacer la demanda de energía en los estados miembros de una manera económica y eficiente", así que las empresas y los organismos reguladores del sector que quieren ampliar la vida útil de las centrales "deben analizar a fondo los aspectos relacionados con la seguridad de componentes claves e irreemplazables que se están quedando antiguos", advierte el informe.
Si bien es cierto que la AIEA reconoce que desde el terremoto de Japón del pasado año se toma más en serio la seguridad nuclear, esto no evita que haya que revisar muchas instalaciones. En nuestro país son claros ejemplos Trillo y Garoña.
Las centrales españolas necesitan mejorar
El CSN aprobó el pasado 21 de diciembre el informe final sobre las pruebas de resistencia a las centrales nucleares españolas tras el accidente de Fukushima, en el que se concluía que las centrales nucleares españolas disponen de márgenes de mejora de la seguridad en las plantas, si bien se identificaron áreas de mejora para hacer frente a situaciones catastróficas. Ayer, el pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) aprobó las Instrucciones Técnicas Complementarias (ITC) correspondientes a dichas pruebas. En el caso de las centrales nucleares de Santa María de Garoña y Trillo, las actuaciones de mejora quedan condicionadas a las nuevas solicitudes de autorización de funcionamiento.
Así, entre las mejoras que los titulares de las centrales españolas deberán acometer figura la de aumentar la resistencia sísmica de equipos y estructuras importantes para la seguridad "que supone duplicar y, en algunos casos, triplicar el nivel actual de resistencia a terremotos", así como implantar nuevos equipos, fijos y portátiles, para aumentar la capacidad de respuesta de las centrales ante pérdidas prolongadas de suministro eléctrico.
En el informe figura, además, la puesta en marcha de un nuevo centro nacional de apoyo de emergencias (CAE) para 2013, con equipos y personal especializado para intervenir en cualquier central en 24 horas, y la creación de centros alternativos de gestión de emergencias (CAGE) en cada emplazamiento para 2015.
Los titulares de las centrales nucleares deberán llevar a cabo otras mejoras como la implantación de un sistema de venteo filtrado y de equipos pasivos recombinadores para el control de hidrógeno en la contención y un aumento de la capacidad de respuesta frente a accidentes en la piscina de combustible gastado.
Otras actuaciones contempladas son la realización de estudios adicionales, verificaciones y pruebas en relación con posibles roturas de tuberías por efecto indirecto de terremotos, el aumento de la capacidad de drenaje frente a inundaciones externas, el suministro eléctrico desde centrales hidráulicas cercanas y la viabilidad de las acciones manuales previstas.