Llenar un depósito de un coche diésel cuesta hoy hasta 35 euros más que hace un año. El precio del diésel se ha disparado y se sitúa incluso por encima de la gasolina. Algo nada habitual, pero que se ve claramente si se siguen las cotizaciones internacionales de los combustibles. El barril Brent ha subido desde enero de 2021 un 119%; la gasolina, lo ha hecho un 159% y el gasóleo, un 186%. En los surtidores, en este mismo periodo, la gasolina ha subido un 50% y el gasóleo, un 69%.
Tras la escalada de precios, cómo no, el conflicto en Ucrania. Rusia es un gran exportador de gasóleo, «exportación que se está reduciendo con la invasión de Ucrania. Este déficit provoca la subida de precios», explica Andreu Puñet, director general de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrólíferos (AOP). Sin embargo, otra de las variables que está detrás de la escalada de precios tiene que ver con la oferta.
Se puede decir que el conflicto es una gota más en el vaso del mercado de los combustibles, ya que siguiendo datos de los productores, la tendencia alcista de los precios tiene su origen en enero de 2021 y se debe a un desajuste entre la oferta y la demanda de crudo. «La oferta, tras el confinamiento y el parón de la economía, no creció al mismo nivel que las necesidades de consumo, lo que derivó en el encarecimiento continuado del crudo y de las cotizaciones de la gasolina y el gasóleo en los mercados internacionales», apuntan desde AOP. A eso hay que sumarle la transición ecológica y una menor capacidad de producción.
Escasez del diésel
De la escasez del diésel se habla en diferentes medios. El canalCNBC asegura que «la baja oferta de este combustible es resultado de una pérdida de capacidad de refinación a nivel mundial. Además, la contribución de los precios del diésel a la inflación es enorme. Se usa en la agricultura y en muchos procesos industriales. También gran parte de la construcción funciona con este combustible. Los camiones, los trenes y los aviones necesitan también gasóleo. El problema es enorme», confirmaba a esa cadena Francisco Blanch, jefe global de investigación de materias primas y derivados de Bank of America.
En España si hay alguien que lleva anunciando la agonía del diésel desde hace años ese es Antonio Turiel, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas Científicas (CSIC) y autor del libro «Petrocalipsis: crisis energética global y como (no) la vamos a solucionar»:
«El pico de producción del crudo convencional se alcanzó en 2005. Desde entonces, ha aumentado la producción de petróleo alternativo, como los provenientes del fracking, pero muchos de ellos ya no son tan adecuados para producir diésel. De hecho, el pico de producción de diésel tuvo lugar hacia 2015. Luego se ha mantenido más o menos estable hasta 2018 y desde entonces ha bajado un 15%. Se está refinando cada vez menos gasóleo y el precio sube».
Refinerías
El investigador recuerda que cada refinería se ha ido especializando en estos años en la producción de diésel a partir de una mezcla específica y algunas están teniendo problemas con el conflicto porque no les llegan algunas materias primas. «La situación a corto plazo cambiará dependiendo de lo que haga Rusia, el gran exportador de crudo y diésel. Sin embargo, y a pesar de que la guerra es un shock, no nos damos cuenta de la que se está preparando a nivel mundial, porque la tendencia alcista y de carestía va a seguir ahí».
Ya hay algunos ejemplos de lo que está provocando la falta de refinado de gasóleo. «China ya anunció que prohibiría la exportación de crudo y diésel de las refinerías estatales a partir de abril para garantizar el suministro interno. Por otro lado, también se está produciendo falta de queroseno para aviación que está llevando alas compañías a plantearse subidas delos precios de los billetes», dice Turiel.
Para encontrar datos sobre la bajada en la producción solo hay que consultar la agencia Reuters que afirma: «Las existencias de crudos destilados, categoría que incluye el diésel han disminuido en 52 de las últimas 79 semanas en un total de 67 millones de barriles, y están en el nivel más bajo para la época del año desde 2014 y antes de 2008. Los inventarios de EE UU. están un 20% por debajo del promedio de los cinco años anteriores a la pandemia, en comparación con déficit del 11% en crudo y del 1% en gasolina. En Europa, a fines de febrero, las existencias de destilados ya habían caído al nivel estacional más bajo desde 2008 y las existencias de Singapur al nivel más bajo desde 2006».
Racionalización internacional
La falta de gasóleo y otros combustibles está provocando problemas en medio mundo. En Sri Lanka está detrás de los últimos apagones históricos y es que según datos de la Organización Mundial del Comercio, Sri Lanka produce alrededor de la mitad de la energía que consume pero importa la totalidad del petróleo y los productos derivados que necesita. «La escasez de combustible, alimentos esenciales y medicamentos unido a los cortes de luz han provocado indignación y la televisión local informa sobre protestas en todo el país mientras cientos de automovilistas bloquean las carreteras principales en varias ciudades», informa la BBC.
En Argentina Buenos Aires, la Pampa y otras grandes regiones agropecuarias están teniendo problemas de desabastecimiento, incluso siendo Argentina un país productor. El Gobierno, dicen medios locales, está negociando con las petroleras para que haya más petróleo disponible y las refinerías locales puedan procesar más producto. De esa forma, esperan mejorar la situación de la oferta y que eso solucione los problemas de abastecimiento. «En Perú y Pakistán también se están dando problemas con el gasóleo», dice Turiel.
¿Podría haber problemas de carestía en Europa?
El viejo continente recibe la mitad de este carburante de Rusia, así que también está expuesta a un déficit. De hecho, la Comisión Europea acaba de publicar un documento con recomendaciones de movilidad que tiene como objetivo reducir el uso de combustible. Una guía que no es ni más ni menos que la que ya propone la Agencia Internacional de la Energía y que contempla desde domingos libres de coche, potenciar el teletrabajo, rebajar el precio del transporte público o promover la movilidad compartida.
En el contexto europeo España, se encuentra en una situación privilegiada. «Gracias a la competitividad y flexibilidad de nuestras refinerías, tenemos un suministro muy diversificado. De hecho, somos exportadores netos de gasóleo y gasolina. Además, España no tiene problemas de suministro, ya que el crudo ruso sólo representó el 4,6% de las importaciones de 2021. Gracias a las inversiones que se hicieron en nuestro sistema de refino, podemos procesar crudos de distintas calidades, lo que nos ha permitido importar, según los últimos datos, 32 tipos de crudo de 16 países de origen», dicen desde AOP.
En cuanto al precio a corto plazo, todo dependerá de lo que pase en Ucrania, pero aunque la situación pueda mejorar ligeramente con un hipotético final del conflicto, «es difícil que veamos que los precios bajen. Solo el barril Brent es raro que vuelva a bajar de los 100 dólares. Aunque el consumo se vaya recuperando, falta oferta y en los últimos años no se ha invertido en exploración, etc. Es de suponer que el déficit de oferta seguirá», opina Ramón Rodríguez Pons, subdirector de la ETS de Ingenieros de Minas y Energía de la Universidad Politécnica de Madrid.
¿Ha llegado la hora del adiós de los coches diésel?
Los coches diésel se potenciaron en Europa como una fórmula para mitigar las altas emisiones de CO2 de los gasolina. Sin embargo, su combustión provoca otros problemas, sobre todo en la salud de las personas. Un diésel emite dióxido de azufre (SO2), óxido de nitrógeno (NOX), hollín y partículas PM10 y PM 2,5.
De un tiempo a esta parte Europa ha decidido poner coto a los vehículos de combustión, que incluye a los diésel y más o menos se espera que para 2035, estos modelos empiecen a desaparecer del parque móvil. Todo un reto si se tiene en cuenta que, solo en España, hay más de 13 millones de turismo que funcionan con este combustible frente a poco más de 10 de gasolina.
Además, la escalada de precios que sufre el combustible en los últimos meses, ha llevado a pensar e más de uno en que este el principio del fin de este tipo de movilidad. Sin embargo, para AOP «todavía no es el fin de los coches diésel. Los coches con motores de combustión pueden seguir moviéndose por nuestro territorio, reduciendo de manera inmediata las emisiones de CO2, mientras se van renovando poco a poco. Esto es posible gracias a los ecocombustibles, que son combustibles líquidos neutros o bajos en carbono, para cuya fabricación se utilizan otras materias primas alternativas al petróleo».
Sin embargo, a la larga lo más sensato para los propietarios de estos vehículos es apostar por un cambio tecnológico. Es decir, cambiar de coche y o bien apostar por algún modelo híbrido con GLP o híbrido eléctrico o esperar para pasarse al hidrógeno.
Fuente: EVA MARTÍNEZ RULL / LA RAZÓN
Artículo de referencia: https://www.larazon.es/medio-ambiente/20220429/dfpjj6mllzf4fnq4ji5tdypz4q.html