Reino Unido acaba de inaugurar el mayor parque eólico marino del mundo, Walney Extension, en pleno Mar de Irlanda, con una capacidad de 659 megavatios, suficientes para proporcionar energía a 590.000 hogares (o a una ciudad del tamaño de Málaga).
Walney Extension arrebata el primado mundial al espectacular parque eólico de London Array, frente al estuario del río Támesis, pese a contar con la mitad de turbinas y ocupar una superficie sustancialmente menor (el equivalente a 20.000 campos de fútbol).
En el 2020 está prevista en todo caso la «botadura» de otro parque eólico marino aún mayor: el East Anglia One (714 megavatios), impulsado por Scottish Power, la filial británica de Iberdrola. Aunque la madre de las centrales offshore llegará de las manos de la compañía danesa Orsted, que planea tres parques sucesivos en Hornsea, en las costas de Yorkshire, capaces de alimentar a dos millones de hogares.
Pese a los bandazos del Gobierno de Theresa May, que ha reiterado su apuesta por la nuclear con el polémico proyecto de Hinkley Point C en alianza con Francia y China, lo cierto es que las renovables siguen abriéndose paso por derecho propio en las islas británicas.
Líder de energía eólica
Reino Unido se ha consolidado como el indiscutible líder mundial en energía eólica offshore: siete de los diez mayores parques marinos están ya frente a sus costas. El recelo que siguen provocando los «molinos» de viento en la campiña inglesa contrasta con la firme apuesta por las turbinas en el mar, que suponen ya el 10% de la tarta energética.
La apertura de Walney Extension, frente a las costas de Cumbria y con Irlanda en el horizonte, tiene además una fuerte carga simbólica en la antesala del Brexit. La compañía Orsted ha advertido que un «no acuerdo» o una relación comercial menos ventajosa con Bruselas podrían suponer un parón en las inversiones y en el flujo de tecnología danesa y del know how español.
«Un Brexit duro o una falta de acuerdo podría causar serios problemas a las cadenas de suministro y a la libertad de movimientos de personal y de mercancías», advierte en declaraciones a The Guardian Matthew Wright, director ejecutivo de Orsted, que destaca sin embargo el compromiso del Gobierno británico para fijar un calendario de subastas de energía renovable cada dos años a partir del 2019.
Matthew Wright defendió el papel vital del Reino Unido como «laboratorio» mundial de la energía eólica marina y los avances ocurridos en apenas cinco años, tras la inauguración de London Array. «El parque de Walnery Extension marca un nuevo hito porque con la mitad de la extensión hemos sido capaces de generar más energía, gracias a la potencia de las turbinas y a su instalación en un lugar más alejado de las costas», agregó Wright.
Avance de la eólica marina
El impetuoso avance de la eólica marina contrasta con el estancamiento de los protectos de eólica en tierra y con el relativo parón de la energía solar, que sin embargo creció espectacularmente en la última década, con una capacidad acumulada de 12.9 gigavatios (casi tres veces más que en España). Pese al recorte de las primas y las crecientes dificultades para su instalación, la fotovoltaica ha superado «picos» del 7% de la tarta energética el último año.
Otra noticia muy destacable en el último año ha sido el «apagón» del carbón. El país que fue la cuna de la revolución industrial celebró en el 2017 el primer día sin carbón y este año ha marcado el precedente de tres días consecutivos y más de mil horas acumuladas sin quemar el negro mineral, el combustible fósil que más contribuye al cambio climático.
«Estamos siendo testigos muchos cambios significativos en el panorama energético, incluido cómo y dónde se genera la electricidad», aseguró Donald Burt, director de operaciones de sistemas del National Grid (la red eléctrica nacional).
«En los últimos meses se ha superado récords en la generación de renovables, y esperamos que esa tendencia continúe, a medida que la tecnología avanza y seamos capaces de alimentar nuestra red con más energía eólica y solar».
Fuente: EL MUNDO / CARLOS FRESNEDA,
Artículo de referencia: http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2018/09/06/5b91476f46163fae118b4621.html,