Desde hace algunas décadas, el sector de la energía protagoniza un proceso de adaptación a unas demandas cada vez mayores, pero también a una preocupación creciente por la conservación del medio ambiente. Una paradoja que está suponiendo un reto no solo para el sector energético, sino para todos aquellos que, de una manera u otra, están relacionados con él.
Por un lado, las renovables cobran importancia, se invierte cada vez más en energías limpias. Por otro, las empresas se esfuerzan por conseguir la máxima eficiencia en sus procesos industriales para reducir costes y ahorrar energía. El objetivo es la mayor optimización en todas las fases de producción con sistemas cada vez más precisos y sofisticados.
Hoy, equipos de medición precisos y de calidad como caudalímetros de agua o instrumentos de medición de nivel de empresas proveedoras como Endress+Hauser, son indispensables en muchas industrias. Y es solo un ejemplo de la más alta tecnología puesta al servicio la industria.
También el propio sector energético busca la optimización en sus procesos mientras se prepara para satisfacer esa mayor demanda de energías limpias.
La necesidad de que las empresas cumplan con unas legislaciones cada vez más duras y exigentes, la expansión de nuevos medios de transporte como el vehículo eléctrico o los acuerdos internacionales para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera obligan a ello.
Abriendo horizontes en el sector de la energía
Desde hace un tiempo, las empresas energéticas están variando sus estrategias para, en un plazo no muy lejano, ser capaces de generar electricidad sin depender tanto como hoy del consumo de combustibles fósiles. Un proceso de adaptación y transformación en el que la energía fotovoltaica y eólica cobran protagonismo dentro de la cogeneración de energía.
Los datos no dejan margen a dudas, la energía eólica fue la segunda fuente de generación eléctrica en España en 2018, cubriendo el 19% de la energía consumida, según la Asociación Empresarial Eólica.
Nuestro país, además, es el quinto del mundo por potencia eólica instalada tras China, Estados Unidos, Alemania e India. En lo que respecta a energía fotovoltaica, ocuparía el décimo puesto, según el Instituto de Energía Solar, cubriendo el 4,5 % de la demanda del consumo.
Pero los esfuerzos de las empresas del sector por mejorar los procesos productivos no solo se centran en la generación de energía a través de fuentes sostenibles. También en todo lo que se refiere a distribución y comercialización.
En este sentido, no hay que olvidar que en un contexto en el que tanto los costes de producción como los precios de la energía son elevados, la optimización y eficiencia de todas las fases que implica la actividad de la empresa son fundamentales.
Nuevas tecnologías
Y en esa mejora de los procesos industriales del sector energético también se han introducido con fuerza las nuevas tecnologías. Estas permiten la monitorización constante y el control de cada una de las fases de producción, así como una gestión más eficiente y una interacción más cercana con los consumidores.
Gracias a ello es posible responder a la demanda, especialmente de la industria, responsable de más del 30 % de energía consumida en España, según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía.
Así, al igual que ocurre en otros sectores de la economía, los procesos industriales en el sector de la energía van adaptándose poco a poco a los nuevos tiempos, demandas y regulaciones cada vez estrictas. Y en ese proceso, las energías renovables comienzan a marcar el paso.
Fuente: Redacción Ambientum,