Una planta energética sueca se alimenta, entre otras cosas, de ropa que no se puede vender ni vestir del gigante de la moda. «H&M no quema ropa que sea segura para vestir», explicaba la responsable de comunicación de H&M a los medios, tras descubrirse que la compañía y sus productos eran una sorprendente alternativa en términos de combustible.
Las piezas que llegan a la planta son aquellas que contienen sustancias peligrosas o que dañan la calidad del producto, como puede ser moho o sustancias químicas que no siguen la normativa de la firma. H&M elimina -por razones de calidad y por razones legales- esas piezas del circuito de comercialización. Una vez que salen de ese circuito, entran en el de las fuentes de energía alternativas.
La ropa es uno de los combustibles que emplean en la planta de Vasteras, al norte de Estocolmo. Esta planta tiene como objetivo eliminar los combustibles fósiles de sus operaciones para 2020, para lo que están empezando a sustituirlos por madera usada y por basura como fuentes de energía. La ropa, como explica uno de los responsables de la compañía detrás de la planta, no es más que un elemento quemable más, una fuente más de energía con combustibles reciclados.
En prácticamente todo 2017, la planta quemó 15 toneladas de ropa de H&M, una parte de las 400.000 toneladas de basura y deshechos que han empleado para generar energía. Y, aunque las piezas de ropa son una parte muy reducida de ese total, ayudaron así a generar energía para mantener activos a 150.000 hogares. Las 400.000 toneladas de basura son, además, una alternativa mucho más sostenible que las 650.000 toneladas de carbón que la planta en cuestión llegó a utilizar por año en los momentos en los que empleaba este material.
Suecia y la basura como fuente de energía
Suecia es uno de los países que se ha puesto como objetivo eliminar los combustibles fósiles de la producción de energía en el país. Sus sistemas estatales ya no emplean sistemas que generen emisiones, pero eso no ocurre del mismo modo en los servicios de corte municipal, que aún siguen empleando petróleo y carbón para calentar hogares y oficinas en el invierno.
La solución a este problema está en la conversión de esas plantas, haciendo que dejen de quemar estos materiales tan contaminantes y que empiecen a usar biocombustibles y deshechos para mantenerse operativas. De este modo, además, también se logra solucionar el problema de la gestión de residuos urbanos.
Por otra parte, Suecia tiene una cultura muy evolucionada en lo que se refiere a la basura. El país se ha puesto como objetivo alcanzar el nivel cero en basura: es decir, no quieren generar en absoluto residuos. No han llegado aún, pero están muy cerca. El 99% de los residuos que se generan en los hogares suecos es reciclado (en 1975 solo reciclaban el 38%).
De todos estos residuos, 2,3 millones de toneladas -lo que equivale a la mitad de la basura que generan los hogares suecos- se emplearon para generar energía e importaron 1,3 millones de toneladas de países vecinos para completar su propia «producción de basura» y generar más energía. La basura, explican en la web oficial del país, genera emisiones de humo que son en 99,9% no tóxicas y, además, los remanentes tras la quema pueden ser reciclados una vez más. Solo el 1% de todo lo que queda tras quemar la basura es algo no aprovechable.