- En el proyecto se han analizados los moluscos bivalvos de todo el litoral de la Comunitat Valenciana
- Los resultados obtenidos son similares a los encontrados en otras zonas del Mediterráneo
Investigadores del grupo de Evaluación de Impacto Ambiental del Instituto Universitario de Investigación de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA-UPV), han analizado las concentraciones de metales pesados en la costa valenciana como consecuencia del desarrollo de actividades humanas.
Este proyecto, liderado por Inmaculada Romero Gil, es el resultado de una serie de trabajos solicitados por la Generalitat Valenciana para determinar el estado de las masas de aguas costeras en función de una serie de indicadores biológicos y físico-químicos. Así, dentro del estado químico se han determinado los niveles de metales pesados en diversas matrices, como es el agua, los sedimentos y la biota.
Para el estudio en la biota se ha examinado la concentración de metales pesados en muestras recogidas a lo largo del litoral de la Comunitat Valenciana durante 4 años (desde 2005 hasta 2008). En concreto se ha determinado los niveles de Cadmio (Cd), Cromo (Cr), Cobre (Cu), Mercurio (Hg), Níquel (Ni), Plomo (Pb) y Cinc (Zn).
De esta manera, se han tomado como indicadores de contaminación los moluscos bivalvos, en este caso, mejillones (Mytilus galloprovincialis) y tellinas (Donax trunculus). La razón principal es que estos organismos son algunos de los bioindicadores más utilizados para el estudio de la acumulación de contaminantes. Esto es debido a sus rasgos biológicos, su hábitat y amplia distribución a lo largo de la costa, ya que son acumuladores de metales traza, hidrocarburos aromáticos policíclicos, hidrocarburos alifáticos o compuestos orgánicos halogenados.
Por tanto, el objetivo del trabajo ha sido obtener información cuantitativa sobre las concentraciones de metales pesados en estas dos especies de bivalvos, “ya que los mejillones están expuestos a la fracción soluble de los contaminantes mientras que las tellinas están expuestas a la fracción soluble y particulada”, tal y como afirma Inmaculada Romero. Asimismo, se ha estudiado las diferencias espaciales y temporales en las distintas zonas de muestreo
Para ello, los miembros del IIAMA se han desplazado a diversos puntos de la geografía valenciana para su recolección. De este modo, la directora del proyecto señala que el muestreo “se realizaba en las escolleras y zonas rocosas del litoral para los mejillones y en las playas para las tellinas. Posteriormente las muestras recogidas se introducían en botes de plástico y se llevaban refrigeradas al laboratorio. Una vez allí, se extraían las partes blandas de los moluscos y tras su congelación se secaban en un liofilizador para extraer toda el agua”.
Así, las muestras secas se pulverizaban con un molino de bolas y se procedía a su digestión con ácido nítrico y peróxido de hidrógeno en un microondas, con el objetivo que “todas las formas de metales pasaran a fase disuelta. Tras ello, en cada muestra se determinaron las concentraciones de los diferentes metales pesados utilizando un espectrofotómetro de absorción atómica”, expone la responsable de la investigación.
Resultado de la investigación
De este estudio, Inmaculada Romero destaca que, aunque las zonas que presentan mayores concentraciones de metales pesados suelen corresponder a las zonas cercanas a los principales puertos y áreas industriales colindantes, “también en las áreas con alta actividad turística o donde se practica una agricultura intensiva con utilización de fertilizantes y pesticidas se han encontrado estos metales pesados”. Además, sostiene que “existen zonas en el norte del litoral con concentraciones altas, pero no atribuibles a actividades humanas sino a un origen litogénico”.
En este sentido, la investigadora valenciana explica que a pesar que en estos bivalvos se localicen metales pesados, “los niveles encontrados están por debajo de los admitidos como límite en la legislación. No se observa que exista una tendencia a la acumulación en estos organismos, más bien al contrario, se ha observado que los metales más tóxicos (plomo, cadmio y mercurio) han ido disminuyendo sus concentraciones a lo largo de los 4 años estudiados”.
Por ello, Inmaculada Romero concluye que los resultados obtenidos en estos años son extrapolables a otros estudios realizados en otros puntos del mediterráneo y en las costas españolas, donde “la actual legislación europea, fundamentalmente la Directiva Marco del Agua Europea, está ayudando a la gestión ambiental de todas las masas de agua europeas para recuperar su buen estado ecológico y químico”.