Al menos 76 especies de plantas y vertebrados de la Península Ibérica, algunas amenazadas, están ausentes de los parques naturales y para asegurar la conservación de todas las especies harían falta 36 áreas protegidas más.
Estos nuevos parques deberían aumentar la presencia de ecosistemas esteparios, subdesérticos, de la costa norte o de uso agrícola, como las dehesas. Éstas son las conclusiones de un trabajo elaborado por el botánico de la Universidad Autónoma de Madrid Juan Carlos Moreno y los biólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) Miguel Araújo y Jorge Lobo, publicado en la revista Conservation Biology.
Aunque los espacios protegidos albergan entre un 73 por ciento y un 98 por ciento de los seres vivos estudiados, y la situación es relativamente buena , de los parques están ausentes al menos 70 especies de plantas, bastantes de ellas endémicas y algunas incluidas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
Una de estas, la Borderea chouardii, es casi un fósil viviente del período en el que zona tenía un clima tropical, al borde de la extinción, una planta endémica del Prepirineo de Huesca, familia de otra especie de la que se obtuvo el principio activo de la píldora anticonceptiva, explicó Moreno.
Cinco especies de aves, sobre todo costeras y propias del norte de la Península como el arao o el zarapito real, y una tortuga marina no tienen tampoco ningún representante en la red de parques.
Los cálculos
Éste es el número mínimo de especies excluidas de zonas protegidas, según el estudio, que ha dividido la península en 260 cuadrículas de una superficie similar a la mitad de la provincia de La Rioja, (2.500 kilómetros cuadrados) y las han comparado con la distribución de seres vivos censados en atlas de especies.
Las especies ausentes mencionadas son las obtenidas si se admite que un ser vivo presente en una cuadrícula está representado en un área protegida que ocupa al menos el 2por ciento de la superficie de esa cuadrícula.
La cifra aumenta hasta suponer más de un 16 por ciento de las especies estudiadas si se exige que la superficie del parque ocupe el 20 por ciento de la cuadrícula para entender que la especie está presente en la zona protegida.
Grupos como los anfibios, reptiles, aves y coníferas no están mejor representados en la actual red de Parques de lo que lo estarían si la elección de estas reservas se hubiera hecho por mero azar, indica el estudio.
Para establecer los parques se han utilizado criterios de espectacularidad o facilidad por encontrarse en terrenos públicos más que de protección de la biodiversidad, aseguró Moreno.
Especies sin identificar
La futuras incorporaciones a la Red Natura 2000 no suplirán bien las carencias detectadas, ya que sigue sin evaluarse la efectividad y complementariedad de los espacios que se protegen.
El informe no identifica todas las especies que se quedan fuera de la red de parques: muchas otras plantas quizás no estén representadas, afirmó Moreno, porque apenas tenemos información sobre el 40 por ciento de las especies vegetales de la Península.
Tampoco hay información suficiente para estudiar la distribución de los invertebrados, la porción más extensa del pastel de la biodiversidad , el 80 por ciento de la diversidad biológica europea.
Moreno señala que en España es necesario proteger áreas de la costa vizcaína, comarcas de la depresión del Ebro, la costa gerundense, el litoral malagueño, las sierras alicantinas o el valle del Alberche madrileño.
Son parajes que, frente a la sobrerrepresentación de los ecosistemas alpinos y las zonas húmedas, apenas cuentan con representación relevante , y algunos de ellos son sensibles a los cambios de uso y a la especulación , destacó Moreno, quien puso el ejemplo del descabellado plan de parque temático del juego de azar en Los Monegros.
Los Monegros, advirtió, tiene una diversidad muy original quot de especies, con insectos y hongos que no paran de salir . Moreno advirtió de que la costa del norte de la Península, aunque ha estado hasta ahora más a salvo del urbanismo , sufriría una sensible pérdida de riqueza de especies si las cosas cambiaran .
El informe subraya la importancia de vigilar la alteración de los usos en paisajes agrarios tradicionalmente humanizados, que pueden poner en riesgo especies actualmente sin protección.