Tres comunidades autónomas (Asturias, Cantabria y el País Vasco) van a intentar garantizar la supervivencia de sus frágiles sistemas dunares, muy escasos en una costa dominada por los perfiles abruptos y acantilados.
Junto con el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, instituciones de las tres comunidades autónomas han puesto en marcha el proyecto ARCOS (Arenales Costeros), una iniciativa cofinanciada por la UE dentro del programa Life.
Para la ejecución del proyecto se han seleccionado diez hábitats de las tres comunidades que están catalogados como Lugar de Importancia Comunitaria dentro de la red europea Natura 2000.
Los espacios en los que se centrará el proyecto ARCOS son la playa de La Arena y la de Laida (en Vizcaya); las dunas de Santiago y Zarautz (en Guipúzcoa); las dunas de Barayo, la playa de Verdicio y las dunas de Vega (en Asturias); y los sistemas dunares de Liencres y de Somo y la playa de Berria-Helgueras (en Cantabria).
El investigador principal del proyecto, Tomás Emilio Díaz, ha explicado a EFE que se han seleccionado esos lugares porque están “bastante degradados” a causa de fenómenos naturales como las ciclogénesis que se han sucedido durante los últimos cuatro años, la presión humana y la abundancia de especies exóticas invasoras.
Coordinados por la Universidad de Oviedo, en esta iniciativa, que se prolongará hasta el año 2018, participan además la Sociedad de Ciencias Aranzadi del País Vasco, el Gobierno de Cantabria, la Diputación Foral de Guipúzcoa y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Los vecinos deben ser los primeros en apreciar las mejoras
Tomás Emilio Díaz (catedrático de Botánica, decano de la Facultad de Biología de la Universidad de Oviedo y director científico del Jardín Botánico Atlántico de Gijón) ha subrayado la implicación de varias administraciones de las tres comunidades, pero sobre todo de ayuntamientos y de poblaciones locales. “Si no tenemos al lado a los vecinos no podemos hacer nada”, ha señalado.
La presión humana -sobre todo en verano-, junto con fenómenos destructivos como riadas, están causando una pérdida de la biodiversidad y que muchas especies silvestres características de esos hábitat se hayan perdido o alterado de una forma muy considerable, por lo que se han visto abocadas a las listas rojas y a los catálogos de flora amenazada.
Entre las plantas endémicas de esos ecosistemas y catalogadas como “en peligro de extinción” se encuentran las “mosquitas doradas” (Linaria supina subespecie maritima) y el “alhelí de mar” (Malcolmia littorea), pero en los sistemas dunares del norte peninsular crecen algunas más que han justificado el interés de la Unión Europea por conservar esos hábitat de la red Natura 2000, como el trébol marino (Medicago marina) o la “azucena de mar” (Pancratium maritimum).
Los principales problemas de los diez lugares en los que se van a ejecutar las tareas de recuperación son la proliferación de numerosas especies exóticas invasoras y la actividad humana, ya que las dunas interrumpen el acceso a las playas y surgen sendas no controladas y el pisoteo de la vegetación que existe sobre ellas.
Así, las acciones para asegurar el buen estado de conservación de estos ecosistemas se centrarán en la eliminación de especies invasoras, en la instalación de “captadores de arena” que favorezcan la retención de los sedimentos, la delimitación de las áreas dunares, la construcción de pasarelas de acceso a la playa y el reforzamiento de las poblaciones endémicas.
Según el responsable del proyecto ARCOS, los vecinos deben ser los primeros en percibir las mejoras, aunque se delimiten zonas y se limite el paso por ellas, y se ha mostrado convencido de que esas nuevas delimitaciones pueden ser un reclamo, más que una barrera, porque los habitantes y los visitantes se interesan y se preocupan cada vez más por el buen estado de conservación natural de los lugares en que se encuentran.
Tomás Emilio Díaz ha valorado, además de la colaboración institucional, la participación en el proyecto de asociaciones de amigos (de playas o de jardines botánicos), de voluntarios o de organizaciones ecologistas, y ha destacado la contribución que hará un grupo de reclusos del centro penitenciario de El Dueso (Cantabria) eliminando plantas invasoras en varios espacios.
Fuente de riqueza y de empleo
Los responsables del proyecto han calculado que cuando finalice el mismo, en 2018, se habrán instalado cerca de 5.000 metros de cuerda para proteger esos sistemas y se habrán conseguido hasta 360.000 semillas de las 21 especies protegidas por las leyes y directivas europeas, nacionales o autonómicas.
Según el catedrático de Botánica, esta iniciativa va a contribuir a vencer las reticencias que todavía existen, sobre todo en zonas rurales, hacia la red Natura 2000, porque trata de mantener la biodiversidad pero también de poner en valor los territorios y de promocionar actividades como el ecoturismo o salidas profesionales (guías o interpretes de la naturaleza) que van a redundar en beneficio de esos lugares.
Un ejemplo de lo que supone y persigue la red europea Natura 2000: proteger y asegurar la conservación de los recursos naturales, pero también tratar de que éstos se puedan convertir en una oportunidad para generar riqueza y empleo.
Difundir el significado y los valores de la Red Natura 2000 es el objetivo del proyecto Life+ “Infonatur 2000”, cofinanciado por la UE y que coordina la Junta de Extremadura, y en el que participan la Diputación de Lérida, el Patronato de Turismo Costa Brava y la Agencia EFE.
Más información sobre la Red Natura 2000 en: www.infonatur.es