El estudio recomienda asignar un valor económico a las tierras de cultivo, los minerales, los ríos, los océanos, los bosques y la biodiversidad, y tenerlo en cuenta en el momento de tomar decisiones que tengan un impacto sobre la economía y el medioambiente del país.
También incentiva a los Gobiernos a cambiar su enfoque en materia de políticas de crecimiento para una mejor medición no solo de lo que se produce, sino también lo que se consume y contamina en el proceso.
"Se debe tener mucho cuidado para asegurar que las ciudades, caminos, fábricas y establecimientos agrícolas estén diseñados y regulados de manera que se eleve el nivel de vida a la vez que se utiliza el capital natural, humano y financiero de manera eficiente”, aseveró Rachel Kyte, vicepresidenta de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial.