Corriente abajo desde la polémica presa de Gibe III, el cauce del río Omo está siendo desviado hacia un canal de irrigación de reciente construcción, uno de los varios que servirán para alimentar un ambicioso proyecto de plantaciones de inversores estatales y privados.

Estos canales artificiales son clave para el plan de plantaciones de Etiopía, que ya está teniendo un impacto enormemente negativo en el bajo Omo, un Lugar Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

El Gobierno no ha desvelado prácticamente nada sobre el programa de plantaciones, pero un mapa oficial obtenido por Survival International muestra el enorme alcance del proyecto.

Una persona de la zona que habló con el personal de investigación de Survival que visitó recientemente la región dijo: "Nunca he visto el río tan bajo. Durante la estación seca, como ahora, normalmente puedes cruzar a pie, y el agua te llega hasta las rodillas. Ahora podría cruzar sin mojarme los pies".

La presa de Gibe III, 200 kilómetros río arriba, interrumpirá el curso natural del río y privará a miles de indígenas de sus tierras agrícolas más valiosas puesto que pondrá fin a la crecida anual.

La crecida anual del río Omo alimenta la rica biodiversidad de la región y permite a tribus como los bodis, los mursis y los dassanaches alimentar a su ganado y cultivar legumbres y cereales en el limo fértil que se deposita en la orilla.

El año pasado hubo crecida, pero los bodis y los mursis no pudieron en su mayoría usarla para el cultivo debido al proyecto de irrigación. Este año no habrá crecida, a medida que el embalse de la presa comienza a llenarse, y tampoco la habrá en años sucesivos. A la gente se le ha dicho que recibirá ayuda para alimentos como compensación.

Las comunidades indígenas también están sufriendo violentos abusos de derechos humanos, a medida que se implementan los planes para reasentar por la fuerza a aquellas personas que obstaculizan los planes del Gobierno y para quitarles su ganado.

El director de Survival International, Stephen Corry, ha declarado: "El Gobierno de Etiopía está destruyendo el valle del bajo Omo y los medios de vida de decenas de miles de indígenas, y todo ello en nombre del desarrollo. Sin embargo, no podemos ignorar el coste humano. Desviar el curso de una fuente vital de agua es irresponsable y temerario".



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